El colecho consiste en compartir cama padres e hijos. Es un tema que suscita muchas dudas y críticas, pero también tiene muchos defensores. Es una opción de descanso que, para algunas familias, resulta cómoda y adecuada. Cada familia puede decidir de qué manera quiere descansar y establecer los hábitos de sueño de su bebé. Lo importante es poder elegir con libertad y de acuerdo con la pareja.
El término colecho define la práctica de dormir en la misma cama padres e hijos.
Muchos piensan que ésta es una práctica moderna, inventada ahora por padres “alternativos”, pero en realidad es la forma en la que han dormido los bebés desde el principio de la humanidad y es la manera en la que duermen las familias en numerosas culturas diferentes de la nuestra.
En realidad, el colecho es la forma más natural de descansar cuando se tiene a un bebé. Si nos fijamos en las sociedades preindustriales, en las que no existen interfonos ni cámaras de vigilancia para bebés, las casas son pequeñas estructuras de adobe en las que las puertas no tienen cerradura, y no se dispone de cunas. Por esta razón, lo lógico es pensar que los bebés duerman al lado de su madre.
No obstante, el colecho se practica de manera habitual en muchos países industrializados. En países como Japón, Noruega o Suecia, el porcentaje de familias que colechan es superior al 90%. El sur de Europa, Estados Unidos y Canadá son las zonas del mundo donde el colecho está menos extendido.
Hoy en día, en nuestra sociedad, muchas familias están retomando la práctica del colecho por la comodidad y los beneficios que ésta les aporta.
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¿Es mejor el colecho o que el bebé duerma en su cuna?
No existe una respuesta a si es mejor el colecho o que el bebé duerma en su cuna.
Se han postulado numerosos riesgos del colecho, de los cuales se ha demostrado que no tienen fundamento. Si se respetan ciertas normas de seguridad, el colecho no entraña ningún peligro.
Pero esto no quiere decir que el colecho sea la mejor opción. Que el bebé duerma en su cuna o en la cama de los padres no es ni mejor ni peor. Es una decisión que debe tomar cada familia libremente, teniendo en cuenta sus costumbres, las características personales del bebé y las preferencias propias de los padres. Cada familia debe valorar qué opción es la mejor en función de sus preferencias, ideas y circunstancias.
La decisión de practicar el colecho debe tomarse libremente por ambos miembros de la pareja. Es importante que tanto el padre como la madre estén de acuerdo en que ésa es la forma en la que quieren establecer sus hábitos de sueño y descanso y los de su bebé. No debe vivirse como una imposición para ninguno de los dos, debe decidirse estando ambos convencidos de que es así como quieren establecer su forma de dormir.
En nuestra cultura, el colecho es una opción familiar que puede elegirse o no. Pero muchas veces es el temperamento del propio bebé el que empuja a los padres a tomar esta opción.
Hay bebés que desde que nacen rechazan dormir en la cuna, reclaman estar en brazos, junto a su madre o a su padre. Lloran desconsoladamente cada vez que se les deja en su cuna.
También se asocia mucho la práctica del colecho con la lactancia materna. Las madres que amamantan tienen que dar el pecho varias veces a sus bebés durante la noche. Por ello, muchas veces el colecho es la opción más cómoda para amamantar durante la noche.
Ante esta situación, muchas familias deciden responder a lo que su bebé les está reclamando y comienzan a practicar el colecho de una forma no premeditada, si no como una consecuencia natural de una situación concreta.