El desarrollo de la autonomía del bebé debe entenderse como un proceso evolutivo, que avanza acorde a la maduración y el crecimiento del bebé. La fase en brazos forma parte de la primera etapa de este proceso. Después, a medida que desarrolla sus habilidades motrices, cognitivas y de comunicación, el bebé va adquiriendo cierta autonomía, que aumenta a medida que pasa el tiempo.
Cuando se trata de crianza de bebés, la autonomía es una capacidad que suele preocupar a los adultos que rodean al pequeño.
Todos hemos oído alguna vez comentarios del tipo “No cojas al bebé, que se malcría” o “No le tomes en brazos, que se acostumbra”. Estos comentarios se relacionan con la adquisición de autonomía del bebé. Algunos adultos temen que los bebés que suelen estar en brazos se conviertan en adultos dependientes. Creen que fomentar la separación física del bebé y su madre promueve la autonomía e independencia del bebé.
Estas creencias generan dudas a algunos padres y les impulsan a evitar coger a sus bebés, a mantenerlos en cunas, tronas o hamaquitas desde muy pequeños para que no se acostumbren a los brazos.
Esto, muchas veces, supone mucho malestar para el bebé, que llorará reclamando que lo cojan. También generará mucha incomodidad y tristeza a los padres, que no podrán responder al llanto de su bebé para no “malcriarle”.
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¿Tomar al bebé en brazos le convertirá en un niño dependiente?
El desarrollo de la autonomía del bebé debe entenderse como un proceso evolutivo, que avanza acorde a la maduración y el crecimiento del bebé.
Durante el primer año de vida, a medida que se desarrolla la psicomotricidad del bebé, también se va desarrollando su autonomía. La capacidad de mantenerse sentados, manipular objetos y desplazarse reptando o gateando abre al bebé un mundo de posibilidades de exploración y experimentación incompatible con estar siempre en brazos.
Así pues, el tomar en brazos a los bebés cuando lo necesitan o reclaman no crea niños dependientes. Poco a poco, estos bebés irán sintiéndose cada vez más seguros en su entorno y desarrollando su autonomía de una forma gradual, natural y feliz.
Responder a los reclamos de contacto físico del bebé permite que éste conozca el mundo que le rodea desde un entorno seguro, tranquilo y en el que confía, que son los brazos de su madre. Después, el bebé podrá pasar ratitos sentado cerca de su madre jugando o manipulando objetos. Más tarde, será el bebé el que quiera alejarse de su madre durante períodos breves de tiempo para investigar y explorar su entorno.
Así pues, negarle al bebé el contacto físico para garantizar el buen desarrollo de su autonomía es un error. El bebé necesita tiempo y maduración para poder empezar a comportarse con cierta independencia.
Estar en brazos de sus padres es esencial para que el bebé adquiera la confianza básica en el mundo y, después, poder desarrollar su autonomía sintiéndose seguro.