Las mascotas y los bebés no son incompatibles, pero se deben tener en cuenta una serie de factores a la hora de elegir la mascota más adecuada para cada hogar y, asimismo, para la edad y temperamento de cada bebé. Es preferible que el cuidado de la mascota se reparta entre todos los miembros de la familia. Cuando el bebé gatea conviene extremar las medidas higiénicas para evitar las infecciones.
Una vez que el bebé ha llegado y tomamos la decisión de traer una mascota a casa, debes tener en cuenta algunos factores para no encontrarnos más tarde con situaciones imprevistas.
Es conveniente meditar qué tipo de animal podría adaptarse sin problemas al espacio del que disponemos en casa.
Si se trata de un perro, es importante la elección de la raza. No debes olvidarte de que, por muy chiquitín que sea un cachorro, al crecer podría sentir que un apartamento se le hace pequeño.
También hay que interesarse por los diferentes caracteres de los animales, ya que los hay más o menos dóciles, más o menos movidos, etcétera.
Por otro lado, hay que tener en cuenta las diferentes etapas de crecimiento del niño por lo que debes tomar la decisión según el interés que tengas en que el animal sea accesible al niño cuando gatea o cuando comienza a andar.
La disponibilidad de tiempo para acoger al animal debidamente, los cuidados médicos que pueda precisar y el presupuesto con el que contemos para su mantenimiento son otros factores que debes tener en cuenta ante una decisión de este tipo.
Sin duda, es bueno que todos los miembros de la familia participen en ella en la medida de lo posible, asumiendo cada uno de manera razonable las responsabilidades que se generen posteriormente.
Riesgos de la mascota para el bebé que empieza a gatear
Cuando el bebé empieza a gatear, un nuevo mundo se abre frente a él. Las ganas de descubrir nuevas texturas, colores, olores y sabores marcarán el rumbo de sus pasos.
En esta etapa debes tener presente en todo momento que el sistema inmunológico del bebé está en fase de desarrollo.
Por eso es importante que el espacio en el que se mueva el niño esté limpio, y que por ejemplo no tenga acceso directo a los enseres de la mascota, ya que podrían ser fuente de algunas infecciones.
Aún así, cualquier susto se puede evitar fácilmente lavando periódicamente los recipientes del animal con agua y jabón.
Por otra parte, la recién estrenada autonomía del niño puede provocar que la mascota le persiga. Incluso es posible que le incite con su comportamiento a tener una reacción violenta en defensa propia.
Claro que en ciertos casos también puede ser la mascota quien esté en el punto de mira del bebé. Mordeduras y arañazos, provengan de quien provengan, pueden evitarse si enseñas tanto al animal como al bebé a respetarse mutuamente desde el principio.
¿Hay algún tipo de mascota peligrosa para el bebé?
Otro de los aspectos que los especialistas recomiendan valorar es el temperamento de tu mascota, sobre todo si se trata de una de las razas consideradas como «más peligrosas».
Si por ejemplo suele mordisquear o mostrar demasiada alegría con la llegada de visitas, sería necesario inculcarle ciertos hábitos más apropiados a la estancia del bebé en casa.
En el caso de que tengas un gato en casa es importante que tengas en cuenta una enfermedad que estos animales pueden transmitir al bebé. Se trata de la bacteria Bartonella henselae, que generalmente transmiten los cachorros de estos animales.
Se contrae a través de un contacto estrecho con los gatitos, la saliva de éstos, o si los animales provocan rasguños o mordeduras en el bebé. Los síntomas de esta enfermedad son fiebre prolongada acompañada de dolor de cabeza y malestar general.
También pueden aparecer ganglios en zonas del cuerpo donde se hayan podido producir los arañazos. A pesar de todo, esta enfermedad tiene muy buena evolución y se autolimita (pasa de forma espontánea y sin tratamiento especial en un lapso de algunas semanas), por lo que no es necesario restringir el contacto con los gatos.
En cuanto a otro tipo de animales de compañía, los expertos recomiendan que los niños menores de cinco años eviten tener como mascotas a erizos, hámsters, pollos y reptiles en general. Estos animales, además de presentar mayor riesgo de mordedura o arañazo, podrían facilitar el contagio de la salmonella más fácilmente que otros.
A pesar de que se recomienda no llevar a casa una mascota exótica hasta que el bebé crezca un poco, con el cuidado suficiente y lavándose las manos después de estar con ellos, el contacto con los animales no tiene por qué ser dañino para los bebés.