La adquisición de hábitos alimenticios adecuados es fundamental para el buen desarrollo del bebé y del niño. Además, éstos pueden evitar problemas de alimentación en la adolescencia y en la vida adulta. Debemos introducir los distintos tipos de alimentos en la dieta del bebé en el momento adecuado. Es importante fomentar horarios regulares para comer, que aprendan a comer de todo y el gusto por probar nuevos alimentos.
Lo que llamamos verduras u hortalizas son partes comestibles de diversas plantas. Por ejemplo, comemos:
- Raíces: nabos, zanahorias, remolachas, …
- Bulbos: cebolla, ajo, puerro,…
- Tallos: espárragos.
- Hojas: lechuga, acelgas, espinacas,…
- Flores: coliflor, alcachofa, brócoli,…
- Frutas: tomate, berenjena, calabaza, calabacín, pepino,…
Se componen sobre todo de agua (entre el 70 y el 90%) y azúcares (solubles o insolubles como la fibra). No contienen apenas grasa ni proteínas.
Las verduras (sobre todo las «verdes») proporcionan minerales como: calcio, hierro y potasio. Sin embargo, al cocerlas, los minerales se van al agua. Por eso conviene usar poco agua al preparar las verduras y aprovecharla en forma de caldo. La vitamina A está en los tomates, zanahorias, calabazas y pimientos, pero se destruye por el calor.
En general, los niños toman las verduras y hortalizas cocidas y trituradas (puré), pero también conviene ofrecerles la gran variedad de platos típicos que contienen verduras y legumbres. Y familiarizarles con las ensaladas (verduras frescas).