El desprendimiento de placenta es una complicación grave del embarazo, que puede darse tanto al comienzo como al final del mismo. La placenta se separa prematuramente de la pared uterina, poniendo en riesgo la vida de la madre y del feto. El médico recomendará reposo absoluto a la embarazada, si se detecta al comienzo de la gestación; si el desprendimiento ocurre al final, practicará una cesárea urgente.
Cuando la placenta se separa prematuramente de la pared uterina, ya sea de forma parcial o total, se produce una hemorragia que puede poner en peligro a la madre y al feto. El suministro de oxígeno al feto puede verse limitado.
Se desconoce la causa, pero parece ser que es más común en las mujeres que han tenido dos o más hijos.
En el momento en que se detecten los signos del desprendimiento de placenta, será esencial un control médico de la situación y de su evolución.
Cuando la separación es pequeña, se produce una hemorragia no muy abundante acompañada, en ocasiones, de calambres y de un leve dolor abdominal. En este caso, el médico suele recomendar reposo absoluto a la madre si el embarazo está en sus primeros meses. Si el desprendimiento se produce al final, el ginecólogo debe practicar una cesárea urgente.
En el caso de desprendimiento moderado de la placenta, la mujer sufre una hemorragia y dolor abdominal más fuertes. A menudo la mujer requiere transfusiones, aunque en ocasiones basta con mantener reposo absoluto durante el resto de la gestación. Si el embarazo está muy avanzado, lo normal es practicar una cesárea.
El desprendimiento total o casi total de la placenta pone en grave peligro la vida de la madre y del feto. El ingreso hospitalario es urgente para que la madre reciba una transfusión debido a la gran pérdida de sangre. Cuando este problema se produce al principio del embarazo, resulta difícil salvar al feto. Si ocurre al final de la gestación, se debe realizar una cesárea urgente.