La eclampsia es una grave complicación del embarazo que puede dañar seriamente a la madre y al feto si llega a producirse. Se trata de un tipo de hipertensión arterial del embarazo que suele ser detectado en su fase inicial (preeclampsia), durante los cuidados prenatales. Si llega a desarrollarse esta dolencia, el feto tendrá dificultad para obtener oxígeno y puede causar trastornos renales a la madre.
Cuando la preeclampsia (un tipo de hipertensión arterial del embarazo) se agrava y afecta la vascularización cerebral, la paciente sufre convulsiones y la enfermedad deriva en una eclampsia, una complicación muy grave para la vida de la madre y del feto.
Es muy poco habitual llegar a esta fase de la enfermedad, ya que la mayoría de las embarazadas recibe hoy en día unos cuidados prenatales que la detectan en sus inicios.
Su aparición provoca espasmos en los vasos sanguíneos del útero, cortando el riego sanguíneo al feto y, por lo tanto, ocasionando una falta de oxígeno. También la madre corre peligro, debido a una posible complicación renal y a una disminución de oxígeno en el cerebro.
El tratamiento de la eclampsia consiste en aumentar el flujo sanguíneo para que llegue correctamente al cerebro, sedar a la paciente y reducir su presión arterial. Si el embarazo está suficientemente avanzado, el médico podría optar por realizar una cesárea.
Cualquier alteración de la presión arterial en la mujer embarazada debe ser controlada siempre por el médico para evitar riesgos mayores.