Hola chicas, ¿cómo va eso? (Y con ese ambiguo “eso” me refiero: al embarazo que llevas en camino, a la crianza y educación de tus peques, a las noches en vela, a tu jefe, a tu pareja….). ¡Dios mío!, freno la lista para no dar la imagen de que nos pasamos el día con la “cruz a cuestas”.
En fin, que hojeando las encuestas y los foros de opinión de nuestra querida página web me llama poderosamente la atención el siguiente dato: hay temas que suscitan múltiples comentarios (los dientes, el sueño, la alimentación, con quién dejar a los niños tras la vuelta a la oficina…). Y sin embargo, ante la pregunta “¿Cómo ha afectado tu estado a tu vida sexual?” solo aparece un escueto mensaje, que en realidad no tiene nada que ver con el tema en cuestión.
Total, que ante semejante panorama o:
A-Nos importa un bledo el sexo (cosa harto improbable).
B-En pleno siglo XXI el sexo sigue siendo un tema tabú del que no nos atrevemos a hablar (ni aún a sabiendas que nuestra opinión será anónima).
Pues hala, vamos a hablar de sexo para que no se diga que la liberación de la mujer es sólo de “boquilla”.
Cuando una se queda embarazada sufre una revolución hormonal que le afecta a todos los niveles, y sería ingenuo pensar que por tener un bebé dentro dejemos de ser mujeres con sus instintos y pulsiones.
Hay mujeres a las que el embarazo les congela la líbido: siempre existe el miedo de dañar al niño durante el coito, aunque los ginecólogos se encarguen de desmentírnoslo. Sin embargo, he conocido a otras muchas que experimentaban precisamente el efecto contrario y vivían los nueve meses con mayor actividad sexual que antes de quedarse en estado.
Toda reacción es NORMAL, y como dice mi madre “para gustos los colores”. Lo importante, a mi buen entender, es procurar una sana y fluida comunicación con tu pareja, ya que no en balde, a ellos les puede influir tanto la panza como a nosotras (ya sea inhibiéndoles o bien erotizándoles).
Capítulo aparte es en el que yo me encuentro en la actualidad: el sexo con niños en casa. Ahí sí que estamos en “el más difícil todavía”: después de la eterna jornada laboral, jugar con ellos un rato, preparar los baños, las cenas, el cuento… hay que echarle mucha energía al final del día para montarte una sesioncita erótica.
Por suerte siempre nos quedarán los sábados, los pestillos en la puerta del dormitorio, los DVDs que alienan a nuestros peques, las abuelas enrolladas que nos hacen de canguros, las escapaditas románticas…