Las infecciones del tracto urinario son frecuentes durante el embarazo. La cistitis es la más común de ellas y, con el tratamiento adecuado, no supone una complicación del embarazo. La pielonefritis, sin embargo, cuyos síntomas son similares, puede dañar la salud de la embarazada y del feto, además de causar un parto prematuro. Se trata con antibióticos.
Las infecciones del tracto urinario son muy frecuentes durante el embarazo. La mayoría de las veces se trata de una cistitis, una infección de la vejiga (tracto urinario bajo), que desaparece rápidamente con la medicación adecuada.
Sin embargo, en ocasiones aparece una infección del riñón (tracto urinario superior), la pielonefritis, que puede poner en peligro la salud de la madre y del feto y provocar un parto prematuro.
Los síntomas de la pielonefritis son inicialmente similares a los de la cistitis. Además de la mayor necesidad de orinar y de sentir escozor y dolor al hacerlo, esta afección puede ir acompañada de fiebre alta, escalofríos, sangre en la orina, dolor lumbar, náuseas y vómitos.
Si la embarazada nota cualquiera de estos síntomas, debe comunicárselo a su ginecólogo de inmediato. El tratamiento mediante antibióticos requiere a menudo la hospitalización.
Existen algunas medidas que pueden ayudar a prevenir la infección o que aceleran la recuperación si ya se ha contraído la enfermedad. Incluyen tomar líquidos en abundancia (agua especialmente), vaciar bien la vejiga cada vez que se orine y antes y después de tener relaciones sexuales, utilizar ropa interior de algodón y evitar la ropa muy ceñida.
Además, conviene evitar las comidas picantes y las bebidas irritantes como el té, el café, las bebidas gaseosas y el alcohol.
El análisis de orina que realiza el ginecólogo en la primera visita sirve para detectar la presencia de bacterias en la orina que muestra cierta propensión a sufrir una infección. Para diagnosticar la infección es necesario realizar un cultivo de orina y el tratamiento con el antibiótico más adecuado.