Ya sé que para muchos puedo parecer una madre histérica. Cada vez que llega el verano, me entran los siete males sólo de pensar que el agua para preparar los alimentos de mi niño no sea de buena calidad.
Y surgen las preguntas de todas las madres: ¿puede beber agua del grifo? En el caso de las aguas embotelladas ¿vale cualquier tipo?, ¿cuánta agua debe beber?…
Buscando información sobre este tema, me quedé más tranquila cuando leí sobre lo que recomiendan los expertos: si el agua de la red pública está bien controlada y clorada, basta con hervirla un minuto para eliminar bacterias y virus. En el caso de las aguas embotelladas, no es necesario puesto que no contienen gérmenes y patógenos.
Y dentro de esta segunda opción – agua mineral – descubrí que no todas las aguas son adecuadas para el consumo por parte los más pequeños. Se pueden distinguir tres tipos de aguas: aguas preparadas, aguas de manantial y aguas minerales naturales. Sólo éstas últimas tiene una composición mineral equilibrada y constante, y por tanto pueden indicar ese nombre en su etiqueta. De acuerdo con las indicaciones de la Asociación Española de Pediatría (AEP), las aguas de mineralización débil son la opción más saludable para los bebés.
Muchas de vosotras os preguntaréis por qué. Parece que este tipo de agua es ideal para la preparación de alimentos infantiles, y en especial para los biberones, ya que al ser baja en sales no altera la composición de las leches. Su baja concentración en sales, además, no sobrecarga los riñones de los lactantes -todavía inmaduros- por lo que es el agua más conveniente para beber.
Ya se sabe : El agua es la única bebida imprescindible del ser humano.
En vuestro caso, ¿utilizáis agua del grifo o envasada para dar a vuestro hijo? ¿qué tipo de agua embotellada creéis que es mejor?
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