El primer año de vida es una etapa en la que el bebé crece rápidamente. Es fundamental que el niño esté bien alimentado durante esta etapa de su vida. Los padres deben estar atentos a la alimentación de sus hijos y conocer los signos que indican que el bebé está bien alimentado, como el incremento de peso o el número de deposiciones diarias.
Un signo externo de que el bebé recibe suficiente alimento es comprobar que aumenta de peso regularmente.
En general, un bebé alimentado a demanda hace entre 8 y 12 tomas al día, está contento y crece a simple vista, por lo que no es necesario pesarlo constantemente.
Se puede esperar a la visita al pediatra para que éste determine si está bien alimentado o no.
Otro método es relacionar el número de evacuaciones de heces u orina con las tetadas. Los bebés suelen realizar deposiciones generalmente después de cada comida y mojan 5 ó 6 pañales al día.
Es preciso observar la conducta del niño después de la tetada para saber si la leche de la madre es suficiente o no.
Si después de mamar llora y busca el pecho de nuevo, quizás haya que comprobar si la técnica de lactancia es adecuada. No hay que precipitarse a dar suplementos, pues no siempre son la solución a los problemas.
En cualquier caso será el pediatra el que determine si el bebé está sobrealimentado, no come suficiente o come los alimentos equivocados, antes de hacer cualquier cambio en su alimentación.
En esta época de crecimiento rápido del bebé, éste necesita una dieta equilibrada que contenga las grasas, los hidratos de carbono y las proteínas necesarios que se encuentran en adecuada proporción en la leche materna.
El pecho no debe restringirse nunca. Es excepcional que un bebé con lactancia materna exclusiva esté obeso. Los niños suelen exigir más comida que las niñas por su mayor tamaño.