La actitud del bebé cuando toma el pecho define cómo es en lo relativo a la alimentación: veloz, insaciable, inquieto o juguetón. La madre se irá adaptando a este estilo durante las primeras semanas de vida del bebé y esta adaptación facilitará la lactancia.
Cada niño tiene un estilo individual de comer, algo que aprenderán los padres en las primeras semanas después del parto.
En la mayoría de los casos se aconseja alimentar al bebé antes de que llore.
El llanto produce ansiedad en la madre, lo que dificultará la subida de la leche y el bebé tendrá dificultades para coger bien el pecho.
Si un bebé no muestra ningún interés en mamar, se debe buscar consejo profesional.
Descubra cómo es su hijo:
Hay niños que una vez situados delante del pecho maman sin parar entre diez y veinte minutos. A estos se les da de mamar con normalidad puesto que su lactancia no será dificultosa. Esto es raro al principio, pero el bebé cada vez será más «experto» y, a los 3-4 meses , mamará con mucha rapidez.
Otros bebés al ver el pecho se ponen nerviosos, cogen el pezón, lo pierden y comienzan a llorar de frustración. Estos deben ser alimentados nada más despertarse para evitar que lleguen a estar hambrientos.
Un tipo distinto de lactante es el que juega con el pezón y se toma su tiempo. Si se le mete prisa se pone furioso. Con esperar unos minutos esta situación se soluciona.
Reclama muy a menudo, siempre tiene hambre. Quizá es un niño con temperamento más «difícil», tiene de veras hambre o, simplemente, más necesidad de succión.
Otro tipo de niños prefiere mamar unos minutos, descansar otros tantos y volver a mamar. Entonces se duerme durante la toma, descansa un tiempo que puede llegar a la media hora y luego vuelve a mamar del pecho.