Para que el viaje de verano con los niños salga bien, es importante planificarlo con antelación. El destino ha de elegirse en función de la edad del niño. Debemos plantearnos qué actividades puede realizar para que el viaje le resulte divertido. La playa o la montaña suelen ser buenas opciones. A la hora de preparar el equipaje debemos ser lo más prácticos posible.
Viajar con niños debe suponer una forma divertida y enriquecedora de pasar juntos las vacaciones. Para evitar tensiones y contratiempos, hagamos una buena planificación. Por ejemplo, podemos involucrar a los niños en la preparación del viaje y contar con sus preferencias y necesidades.
Elegir un destino y unas actividades adaptadas a la edad del niño también es importante. La playa o la montaña son lugares ideales por la tranquilidad que ofrecen y la posibilidad de realizar actividades al aire libre.
Los niños también pueden colaborar en la preparación del equipaje. En función del clima, elegir la ropa con los padres o sus libros y juguetes. Convien reducir al mínimo el número de cosas que vamos a llevar, ser prácticos y conscientes de lo que de verdad vamos a necesitar. Si se viaja con bebés, los pañales y potitos estarán siempre presentes. Ante la elección de la ropa puede que algunos padres se sientan inseguros: ¿sentirá calor o frío?. Por esta razón, conviene llevar varias prendas atemporales. De todas formas, pensemos que esta etapa presenta otras muchas ventajas como la facilidad de transportar al bebé y saber que se entretiene fácilmente.
A partir de esta primera fase, los niños desbordan energía y ganas de probarlo todo. Por eso hay que estar alerta por su tendencia a tocar, coger o chupar lo que encuentran a su paso. Su interés por todo lo que les rodea les convierte en auténticos exploradores. Aprovechemos entonces para estimular su atención y dejar que hagan nuevos descubrimientos, se socialicen con otros niños, prueben comidas diferentes, etc.
Cuando los niños ya pueden empezar a practicar algún deporte de verano, el abanico de posibilidades se amplía. Por ejemplo, los deportes acuáticos, que aportan los beneficios de una actividad física y lúdica a la vez, con la ventaja de realizarse en un entorno que proporciona un gran bienestar mental como es el mar. Hasta la saludable práctica del senderismo, una actividad en contacto con el medio ambiente, que debe comenzar con una edad apropiada para potenciar el interés en el niño por la naturaleza que le rodea.
En verano, hay que extremar el cuidado de los niños frente a las temperaturas altas y proteger su piel. El esfuerzo excesivo que se realiza en los días más calurosos del verano supone una pérdida de líquido a través del sudor, que puede provocar la deshidratación. Por esta razón: ¡crema, gorra y cantimplora!
Con una buena dosis de voluntad, ganas de disfrutar y paciencia, las vacaciones de verano serán todo un éxito.