El 1 de noviembre de 2008 entró en vigor una nueva normativa en Francia que prohíbe la difusión de programas de televisión infantil, específicos para bebés y niños menores de tres años. Los canales temáticos deben informar a padres y al resto de espectadores que ver la televisión puede frenar el desarrollo de los bebés y niños, aún cuando se trate de canales dedicados específicamente para ellos.
En los últimos años se han multiplicado los programas de televisión dirigidos a bebés menores de tres años, como los Teletubbies, Pocoyó, los Lunnis… También los canales temáticos, por cable o por t.v digital, destinados al público infantil, como Baby tv y Baby First.
Los niños juegan menos que antes con sus padres ya que cada vez están más ocupados: horarios de trabajo poco flexibles, estrés laboral, falta de tiempo… En este contexto, los niños ven más que antes la televisión: aplauden y ríen solos, miran fijamente a la pantalla y permanecen quietos mientras dan un respiro a sus padres.
Desde el pasado 1 de noviembre de 2008 entró en vigor una nueva medida en Francia que prohíbe “editar, difundir o promover programas anunciados como específicamente para niños menores de tres años”. Y obliga a los canales temáticos a informar de que “ver la televisión puede frenar el desarrollo de los menores de 3 años, aún cuando se trate de canales dedicados específicamente para ellos”. Según el Consejo Superior de lo Audiovisual francés (CSA), este hecho fomenta la pasividad, la agitación, el retraso del habla y la dependencia de las pantallas.
Hasta el momento no se había cuestionado el uso de la televisión en los niños menores de tres años de forma tan tajante. De hecho, los artífices de los programas de televisión infantil aseguran que sus contenidos están desarrollados por expertos en educación infantil, y hechos a la medida de los más pequeños ya que estimulan su desarrollo psicomotor: los niños juegan, aprenden y se divierten. Otros añaden que faltan estudios concluyentes para conocer el alcance real de los efectos de la televisión en los niños.
Lo cierto es que, en los últimos años, diversos estudios publicados en revistas como Pediatrics o Archives of Pediatrics and Adolescent Medicine muestran que el consumo de la televisión infantil aumenta el riesgo de padecer obesidad y sobrepeso, influye en el desarrollo intelectual y en la capacidad de concentración y afecta a la calidad de sueño.