En la actualidad, alrededor del 90% de los partos tiene lugar en presencia de un acompañante de la embarazada. El acompañante, que suele ser el padre del bebé, puede ser de gran ayuda especialmente en la fase de dilatación. Conviene que el acompañante conozca las técnicas de respiración y de relajación para ayudar en el control de las contracciones.
Tanto la Organización Mundial de la Salud (OMS) como el Insalud en España, recomiendan que los hospitales permitan al padre o a un acompañante estar presentes durante el parto. En España, este derecho es utilizado en la actualidad por cerca del 90% de los padres o familiares de las parturientas.
Los acompañantes pueden ser de mucha ayuda para la mujer durante la dilatación y en el mismo parto, sobre todo, si han acudido a las clases de preparación al parto.
Lo mejor es que el acompañante sea el padre ya que es copartícipe en la concepción, nacimiento, crianza y educación del hijo. No obstante, si la presencia del padre no fuera posible, puede acudir una persona de confianza que pueda ayudar a la mujer con eficacia.
¿Qué es lo que puede hacer el acompañante durante todo el proceso del parto?
En primer lugar, durante la fase inicial, es de gran ayuda que cronometre el intervalo de las contracciones. Al mismo tiempo, es fundamental que transmita calma, seguridad y apoyo a la mujer. Para ello, nada mejor que relajarse y buscar alguna distracción (hablar, escuchar música,…).
Pero la mujer necesita sobre todo apoyo en el control de las contracciones. Por ello es tan importante que el acompañante conozca las técnicas de respiración y de relajación para las distintas fases del parto.
Una vez en el hospital y cuando ya la futura madre se encuentra en la sala de dilatación, el acompañante debe mantener la tranquilidad. Puede realizar un masaje en el abdomen o en la espalda de la mujer para aliviarla. Además puede refrescarle el cuerpo y la cara con una toalla mojada, mantenerla distraída y darle ánimo y apoyo.
Puede ocurrir que todos sus esfuerzos y sus palabras de ánimo no tengan una respuesta positiva por parte de la mujer. Esto es debido a que en los momentos previos al parto son normales los cambios bruscos de humor de la parturienta, sobre todo si siente dolor. Lo mejor es armarse de paciencia y en ningún caso discutir o sentirse ofendido.
Cuando las contracciones sean más fuertes y seguidas, será el momento de ayudar a respirar a la mujer. Una vez en la sala de partos, el acompañante se encargará de dar ánimos a la mujer, de cogerla de la mano. Suele ser de ayuda servir de apoyo para levantar la cabeza de la madre en el momento en que se realizan los pujos, y de contarle cómo se está desarrollando el parto, sobre todo, una vez que la cabeza del bebé haya empezado a coronar.
A veces, los médicos permiten al acompañante coger al bebé y cortar el cordón umbilical.