A lo largo de toda la maternidad, pero especialmente en el puerperio, la madre se enfrenta a una situación emocional intensa y nueva para ella. Asimismo, ha de responder a las necesidades afectivas de su bebé. Todo esto hace que necesite a otra persona que haga de sostén emocional de la madre.
Antiguamente, la maternidad se vivía de una manera más colectiva que hoy en día en nuestra cultura. Las familias eran extensas, vivían en pequeños pueblos o en grupos amplios de personas que establecían entre sí una intensa red de apoyo social.
Actualmente, sin embargo, la vida de las grandes ciudades hace que las personas lleven un ritmo cotidiano más individualista, más alejado del grupo, de la red de apoyo social. Los horarios laborales, las grandes distancias… hacen que muchas veces sea difícil el contacto cara a cara entre las personas.
Esto se hace patente cuando una mujer da a luz y llega a su casa con su recién nacido. Pronto, el padre del bebé tendrá que reincorporarse a su jornada laboral habitual y la madre quedará en casa con el bebé.
De esta manera, es muy frecuente que la madre pasa largos períodos de tiempo sola con el bebé. Durante ellos, la madre ha de atender al bebé, alimentarlo, sostenerlo emocionalmente, calmarlo, ayudarlo a dormir…
Así, la madre ha de dedicarse casi plenamente a su bebé, tanto física como emocionalmente. Esto puede suponer un desgaste intenso para la mujer.
¿Cuáles son las necesidades afectivas de la madre?
Las mujeres occidentales, en general, valoran su autosuficiencia e independencia. Algunas, incluso, encuentran dificultad para pedir ayuda cuando la necesitan. Este valor es positivo, pero cuando la mujer se convierte en madre, es muy importante que sea consciente de que va a necesitar apoyo emocional.
Para poder dedicarse enteramente a su bebé, la madre necesita un sostén emocional. Esto es, una persona cercana a ella que le acompañe, le cuide, le anime, que confíe en ella y en su capacidad maternal y refuerce su confianza en sí misma.
Esta persona que sostenga emocionalmente a la madre puede ser su pareja. Sin embargo, en ocasiones, la pareja no está disponible, preparada o capacitada para ofrecer este sostén. En estos casos se necesita otra persona sostenedora: la madre, la hermana, una amiga o un grupo de madres…
En cualquier caso, para que la reciente madre pueda responder a las necesidades físicas y emocionales de su bebé y de ella misma de una manera óptima, es necesario que disponga de apoyo emocional y acompañamiento.
Las intensas emociones que la madre experimenta sobre el puerperio y la demanda afectiva y emocional del bebé hacen que el acompañamiento emocional a la madre sea muy beneficioso.
Tomar conciencia de esta necesidad es importante para toda mujer que va a ser madre, pues le permitirá desenvolverse en el puerperio sostenida, acompañada, provista de apoyo. Todas las madres deberían disponer de estas personas sostenedoras a su alrededor durante el puerperio.
Sin embargo, cuando la madre se encuentra sola con su bebé, sin este apoyo emocional tan necesario, la conexión emocional madre e hijo se verá dificultada, la lactancia puede verse afectada negativamente y la mujer sentirse desbordada en el cuidado de su hijo. En estos casos, es frecuente que aparezcan ciertos sentimientos de rechazo al bebé y deseos de dejarlo al cuidado con otras personas por parte de la madre, como consecuencia del desbordamiento emocional.