La separación temprana del bebé y su madre tras el nacimiento es una práctica habitual en algunos hospitales. El traslado del recién nacido para someterlo a observación médica y la consecuente separación de su madre puede tener consecuencias negativas para ambos. No obstante, cada vez se tiende más a evitar esta separación en las Maternidades.
La separación de la madre y su bebé inmediatamente después del nacimiento es una práctica que surgió hace unos 90 años y, exclusivamente, en la cultura occidental. Esta separación tras el nacimiento se producía para realizar exámenes médicos al recién nacido durante varias horas.
Actualmente, esta práctica está tendiendo a desaparecer en los hospitales, a no ser que exista algún problema grave.
La tendencia de separar a los bebés de sus madres al nacer surgió con el invento, en 1896, de la incubadora, para ayudar a los bebés prematuros a sobrevivir. Sin embargo, esta práctica se extendió a los niños sanos, a los que se les dejaba en incubadoras para observación tras nacer.
Sin embargo, alrededor de 1970 se inicia una corriente que reclama la necesidad del contacto permanente del recién nacido con su madre inmediatamente después de su nacimiento, realzando la importancia del establecimiento del vínculo afectivo (apego) para el bienestar psicológico y emocional del bebé.
Consecuencias de la separación postparto
En diversos estudios científicos se ha demostrado que la separación del bebé y su madre tras el nacimiento puede conllevar riesgos para el bebé y para la madre, tales como:
- Riesgo de bajada de temperatura para el bebé. Los bebés tienen ciertas dificultades para regular su temperatura corporal hasta, aproximadamente, los seis meses de edad. El contacto piel con piel con su madre es fundamental para mantener su temperatura corporal tras el nacimiento.
- Aumento de los niveles de estrés en el bebé. Los bebés separados de sus madres al nacer experimentan un ascenso de los niveles de cortisol (hormona responsable del estrés), aunque la separación se prolongue sólo unos minutos.
- Mayor probabilidad de fracaso de la lactancia materna o de que se produzca un destete precoz. Se ha demostrado que cuando no se facilita el acceso temprano y espontáneo al pecho materno, la lactancia se produce con más dificultad. La separación interfiere con el instinto de succión y con la producción de hormonas maternas responsables de la producción de leche (oxitocina y prolactina).
- Dificultad para el establecimiento del vínculo afectivo. El vínculo afectivo comienza a establecerse desde el momento del nacimiento, por lo que la separación temprana puede obstaculizarlo.
- Incremento del riesgo de padecer estrés postraumático para la madre, lo cual dificultaría su atención a las necesidades del bebé. El contacto piel con piel inmediato protege a la madre de experimentar estrés postraumático, por tanto, la separación temprana eliminaría este factor de protección.
- Posibilidad de contacto del bebé con bacterias ajenas a la madre. Es esencial que el bebé entre en contacto, primero, con bacterias de la madre, que pueden protegerlo de otras bacterias potencialmente más dañinas.
- Mayor riesgo de infecciones para el bebé. Los traslados tempranos del bebé para revisiones lo exponen al contacto con agentes potencialmente infecciosos. Por ello, no es recomendable separarlo de su madre tras el nacimiento, pues su sistema inmunitario está aún muy inmaduro.