Cuando una pareja recibe un diagnóstico de infertilidad, se enfrenta a una pérdida importante. Como toda pérdida, requiere de un proceso de duelo por parte de la pareja. Hacer este duelo es necesario para poder aceptar la situación y, posteriormente, reconducirla de la manera más beneficiosa para el plan de vida de la pareja.
La concepción de un hijo no es un hecho aislado fruto de la unión sexual entre un hombre y una mujer. Previo a ella, existe un deseo de los padres que tiene que ver con su historia, sus expectativas y su proyecto de vida. Este deseo abre al futuro hijo a un espacio social y simbólico.
De este modo, cuando una pareja experimenta dificultades para concebir un hijo, este deseo se ve frustrado y la simbolización del futuro hijo se convierte en objeto de diversos procesos psicológicos y emocionales que influyen en la pareja y en familiares cercanos.
Más aun, la infertilidad es un fenómeno con muchos componentes sociales asociados. Tradicionalmente se ha considerado a la mujer estéril como una deshonra, inferior a las mujeres fértiles o castigada por los dioses. Al hombre infértil se le ha considerado falto de potencia sexual, poco viril.
Así, las atribuciones sociales de la infertilidad afectan a los procesos emocionales de las personas que lo experimentan influyendo negativamente en su autoestima y en su estado de ánimo.
Los motivos emocionales que predominan hoy en día en las parejas que quieren tener un hijo se basan en los beneficios psicológicos que aporta el sentimiento de adoptar una responsabilidad, de ser competente y emocionalmente necesario. Tener un hijo aporta a la persona una relación indisoluble, imperecedera.
Pero cuando se desea tener un hijo y no se puede, la idea de ese hijo se convierte en un deseo preciado en sí mismo.
Emociones asociadas al diagnóstico de infertilidad
En la sociedad de consumo en la que vivimos, en la que casi todo se puede comprar y vender, la aceptación de que se es infértil se hace muy complicada. La pérdida de la idea de fertilidad asociada a uno mismo es una pérdida difícil de asimilar.
Antes de recibir el diagnóstico, la pareja ya ha experimentado una serie de ciclos de esperanza y desesperanza asociados a varios intentos y fracasos de concepción.
Cuando una pareja es diagnosticada de infertilidad experimenta un duelo por la fecundidad perdida o por la reproducción natural. En casos en los que se precisa la intervención de donantes, el duelo se produce por la maternidad o paternidad biológica y la continuidad familiar.
Así, se genera un largo proceso de duelos por los hijos que no se van a tener, los nietos que no se tendrán, la imposibilidad de participar en una sociedad organizada para la vida en familia, etc…
En un primer momento, ante el diagnóstico de infertilidad, la pareja ha de vivir su duelo, experimentar su tristeza ante la pérdida, su ira, hasta poder aceptar dicha pérdida.
La pareja disgnosticada de infertilidad ha de ser consciente de que experimentará un proceso de duelo y de que tiene derecho a ello.
En estos procesos de duelo asociados al diagnóstico de infertilidad, el apoyo familiar a la pareja es esencial. En algunos casos puede ser necesario recurrir a ayuda psicológica especializada.
Frecuentemente es muy positivo que la pareja contacte con otras parejas en su misma situación a través de grupos de apoyo, foros…