Es frecuente que los niños tengan pesadillas y éstas pueden generar que el niño no quiera dormir solo u otras dificultades de sueño. Por ello, es importante que los padres las abordemos adecuadamente, de manera que no se acaben convirtiendo en un problema. Consolar al niño y animarle a hablar sobre ellas son algunas de las pautas que podemos seguir.
Las pesadillas son sueños que los niños viven como terroríficos.
Para los niños, la barrera entre la realidad y la ficción es menos clara que para los adultos. Por ello, tardan más que los adultos en sobreponerse a esa vivencia desagradable que es una pesadilla.
El consuelo de los padres suele ser bienvenido por los niños cuando se despiertan de una pesadilla, pues durante un rato se sienten todavía inmersos en su atmósfera.
Dependiendo de su capacidad para expresarse, hará el esfuerzo de contar su sueño. Ello ayuda al niño a recordarlo a la mañana siguiente y, sobre todo, a sentirse menos atemorizado.
Las pesadillas pueden motivar que el niño adquiera temor a dormir solo. Por eso es aconsejable invitar a los niños a hablar de sus pesadillas, para que ellos mismos se den cuenta de su irrealidad.