Es de vital importancia que bebés y niños estén hidratados correctamente. El agua es la bebida más adecuada para ellos. También se recomiendan las infusiones y los zumos naturales de frutas. Sin embargo, no debe abusarse del consumo de refrescos, puesto que aportan muchas calorías, pero ningún alimento esencial. Los padres debemos asegurarnos de que nuestros hijos beben lo suficiente.
El agua es la única bebida imprescindible para el ser humano. La cantidad diaria dependerá de la edad, del clima, de la actividad física que se desarrolla y del tipo de alimentos que se tomen.
Se debe ofrecer agua a los bebés a partir de que su alimentación se diversifica (6 meses). Antes no suelen necesitarla. Si el agua de la red pública está bien controlada y clorada, no hace falta hervirla. En caso de duda se recurrirá al agua embotellada.
Las infusiones no tienen valor calórico o alimenticio. Se utilizan con fines más o menos «medicinales».
Los refrescos aportan muchas calorías, pero ningún alimento esencial. Se componen de:
- Agua.
- Anhídrido carbónico (el gas).
- Edulcorantes: azúcar, glucosa, fructosa, sorbitol o edulcorantes sintéticos.
- Colorantes.
- Ácidos (cítrico, málico, tartárico, fosfórico,…).
- Conservantes.
- Extractos (de cola, de té, de quina…)
Los zumos de frutas contienen pulpa de fruta en distinto porcentaje; el resto es agua. Contienen todos los azúcares de la fruta, pero se pierde la fibra y la mayoría de las vitaminas. Sólo debe recomendarse el zumo de frutas natural, recién hecho, para garantizar que las vitaminas están presentes.
Los zumos comerciales no son buena alternativa desde el punto de vista nutricional debido al exceso de azúcares. En algunos casos, debido al sorbitol (un azúcar propio de la fruta, que, además se añade como edulcorante), pueden producir diarrea.
Las bebidas alcohólicas SIEMPRE ESTÁN CONTRAINDIACADAS EN LOS NIÑOS Y BEBÉS. Incluso en caso de su empleo con otros fines (ritual-religioso, como estimulante del apetito, como somnífero o en algunos jarabes para la tos).