Las causas del RCIU (retraso en el crecimiento intrauterino) son muy variadas. El feto no crece al ritmo esperado para su edad gestacional. Un diagnóstico temprano del RCIU en el embarazo permite reducir al mínimo sus efectos en el feto. Además, aún cuando se decida inducir el parto, los avances técnicos en medicina permiten que el desarrollo del bebé culmine fuera del útero.
El retraso en el crecimiento intrauterino o RCIU se produce cuando el desarrollo del feto no se produce al ritmo esperado para su edad gestacional. Esto significa que su crecimiento es inferior al que debiera ser para su edad porque el ambiente uterino no es el adecuado para su desarrollo.
Parece ser que es más común en las mujeres menores de 17 años y mayores de 35 y afecta a un 10% de las embarazadas en España.
Si se siguen unos cuidados prenatales adecuados, se puede diagnosticar este problema antes del parto y tratar de corregirlo. El diagnóstico de RCIU se realiza por ecografía, ya que el menor tamaño del abdomen materno no es una señal fiable de la existencia de este problema.
En los controles ecográficos periódicos se miden una serie de parámetros como la longitud del fémur, el diámetro biparietal y el diámetro abdominal para comprobar si el crecimiento del feto coincide con su edad gestacional.
Las causas del RCIU son muy variadas. Puede deberse a una enfermedad crónica de la madre, a complicaciones relacionadas con el embarazo (hipertensión, placenta previa,etc.), a infecciones en la madre, a mala circulación placentaria y a malformaciones en el útero.
Algunas de estas afecciones no se pueden eliminar, aunque se pueden controlar para reducir al mínimo la posibilidad de que el feto sufra un retraso en su crecimiento.
Existen otros factores de riesgo que sí se pueden eliminar y que reducen considerablemente las posibilidades de RCIU, tales como unos cuidados prenatales inadecuados como el consumo de tabaco, el abuso de alcohol u otras sustancias y el estrés, entre otros.
Un diagnóstico temprano de RCIU permite aplicar un tratamiento que incluye el reposo en cama, una dieta con más proteínas y calorías y medicamentos que mejoren la circulación placentaria. A menudo basta con aplicar estas medidas para tratar el problema.
Sin embargo, en ocasiones resulta imposible mejorar el ambiente uterino y se decide inducir el parto o practicar una cesárea. En este caso se considera que el ambiente fuera del útero materno ofrece mejores condiciones de alimentación y de crecimiento para el bebé.
Gracias a los avances de la medicina, un bebé que nace más pequeño de lo normal tiene muchas posibilidades de sobrevivir y alcanzar un peso y un tamaño normales.