A partir del segundo año, los niños son muy sensibles a los cambios, por lo que pueden experimentar celos ante la llegada de un hermano. Para ayudarles a superar los celos infantiles, los padres debemos hablar previamente con el niño, mostrarle otros bebés y dejarle que toque el vientre de mamá durante el embarazo. Y cuando nazca el bebé, reserva un poco de tiempo al hermano mayor para que no se sienta desplazado. ¡Cada hijo tiene sus necesidades!
Los celos son un sentimiento natural. Consisten en una mezcla de amor y odio que resulta muy difícil de tolerar por quien lo siente. ¿Cómo se puede amar y odiar al mismo tiempo a una misma persona?
Ante la llegada de un hermanito, sea cual sea la edad de su hijo, los padres deben hablar con él acerca de que va a tener un hermano. Los niños son muy sensibles a los cambios. Resulta contraproducente esconder aspectos tan evidentes como el embarazo, los preparativos, la cuna…
Los niños oyen los comentarios de otros adultos y se hacen muchas preguntas. Dejen al niño que toque el vientre de la mamá, que sienta las pataditas… Pueden enseñarle fotos suyas de cuando él era pequeñito para que se vaya haciendo una idea. O mostrarle otros bebés.
El niño espera que llegue un compañero de juego, no un bebé. Vaya explicándole la diferencia y que tendrá que pasar un poco de tiempo hasta que puedan jugar. Pueden hablar con el bebé, para que con la fantasía, el niño ya lo vaya incluyendo entre los miembros de la familia.
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La postura de los padres cuando llega el bebé a casa
Para el hermano mayor, el pequeño ocupa la mayor parte de la atención y el tiempo de sus padres. Invade su territorio arrasando con todo aquello que llega a sus pequeñas manos. Esto da lugar a enfrentamientos, en los que generalmente el pequeño termina llorando y el mayor es reprendido.
Conviene en estos casos reservar un espacio para el juego para el hermano mayor, procurándole al pequeño un lugar amplio con sus juguetes y enseñándole que hay zonas que debe respetar. Y dejemos bien claro que no está permitida ninguna agresión.
Los padres deben ayudar a sus hijos a resolver sus conflictos por sí mismos en lugar de actuar como árbitros en las disputas (¡siempre que no se trate de un bebé!). Es bueno para su autonomía.
Los padres deben procurar repartirse el tiempo dedicado a los hijos. Mientras uno se dedica al más pequeño el otro puede dedicarse a los hermanos mayores acompañándoles al colegio si es posible, acudiendo a sus partidos o funciones escolares, interesándose por sus citas, etc.
¿Tratarles igual o diferente?
Los niños son todos diferentes ¿por qué vamos a tratarles igual? No podemos comprar una bicicleta al niño grande y otra al bebé de días. Cada edad tiene sus tareas, sus derechos, y sus deberes.
El día del cumpleaños de un niño no hay que hacer regalos a su hermano (sea de mayor o menor edad). Se le puede señalar en el calendario cuando tendrá su propia fiesta o cuando llegarán los Reyes. Aprender a esperar es bueno.
El niño mayor debe ser tratado con respeto y el bebé debe tener asegurada su seguridad. Pero ambos son personas con sus propios sentimientos y diferentes necesidades.
Los niños de todas las edades necesitan que se les demuestre cariño. No teman hacerlo. Les da seguridad. Les ayuda a crecer y a ser independientes. No se cansen de hablar con sus hijos. De comentarles los sentimientos que subyacen en los actos y las palabras.