En los primeros meses de vida del bebé, la demanda de éste a su madre es elevada. Además, si se le da el pecho, la disponibilidad materna debe ser constante, tanto durante el día como durante la noche. La madre puede sentir que pierde su libertad y autonomía y se enfrenta al reto de gestionar estos sentimientos para adaptarse a la vida con su bebé.
Las mujeres hemos amamantado a nuestros bebés desde el principio de la humanidad. De hecho, la especie humana se ha perpetuado porque diversas estrategias naturales han funcionado, entre ellas, la lactancia.
Sin embargo, actualmente, muchas mujeres han perdido la confianza en su capacidad de amamantar. En muchos casos, la lactancia se ha convertido en algo complicado, lleno de dificultades.
Esto es comprensible si se tiene en cuenta la importancia del componente cultural de la lactancia. Como todo proceso humano, la lactancia está influenciada por construcciones sociales.
Un aspecto social muy relevante a la hora de establecer y desarrollar la lactancia es la disponibilidad materna. En primer lugar, habría que preguntarse qué expectativas tiene la madre sobre la demanda de disponibilidad del bebé hacia ella.
Expectativas maternas sobre las exigencias de disponibilidad
Durante el embarazo, la futura madre, especialmente si es primeriza, genera expectativas sobre cómo será su vida junto al bebé.
En lo referente a la disponibilidad materna, la mujer puede crearse expectativas más o menos ajustadas.
Sin embargo, la realidad es que las necesidades afectivas del bebé requieren un contacto casi permanente con la madre durante los primeros meses de vida.
Además, si se desea una adecuada instauración y un buen desarrollo de la lactancia materna, la disponibilidad de la madre debe ser muy elevada. La madre ha de estar disponible para amamantar a su bebé siempre que éste lo reclame, durante el día y durante la noche proporcionando, así, alimento, confort, afecto y seguridad a su bebé.
¿Dónde queda la libertad personal?
De este modo, la madre lactante se encuentra con que ha de estar disponible para su bebé casi todo el tiempo. En ocasiones, esto puede entrar en conflicto con las necesidades y actividades de la mujer.
En algunos casos, la madre percibe que está perdiendo su libertad, su autonomía. Esta sensación es normal, pues realmente la mujer está experimentando un cambio intenso en su vida.
En esta etapa vital, la mujer se enfrenta al reto de adaptarse a la demanda de su bebé y cómo gestionar su libertad personal. La manera en que cada mujer gestione esta situación dependerá de su forma de ser, sus expectativas previas, sus prioridades vitales, la red de apoyo social con la que cuente, etc.