Todos los niños, tarde o temprano, aprenden a comer como un adulto. Para enseñarles a comer de forma adecuada entre el primer y el segundo año, los padres podemos sentarlos en la mesa junto a la familia. ¡Así pronto querrán coger el tenedor y la cuchara! También es normal que los niños de 1 a 2 años tengan algún capricho o manía. En este caso, puedes ofrecer a tu hijo otras alternativas igual de saludables para ayudarle a comer de todo.
- Lo que se considera buenos alimentos
- Los modales en la mesa y el empleo adecuado de los cubiertos
- Gustos, caprichos y preferencias
Si los padres comen sano, su bebé puede comer lo mismo. Si se da a elegir entre una fruta y una chocolatina, ¡pocos niños eligen la fruta!
Por tanto hay que ofrecer alternativas sanas (por ejemplo entre un yogurt y una pera, entre croquetas y tortilla, entre tostada con foie-gras o con quesito).
LOS MODALES EN LA MESA Y EL EMPLEO ADECUADO DE LOS CUBIERTOS
Si el bebé come junto a su familia la mayor parte de las veces, tenderá a imitar los modales y movimientos. Querrá coger en seguida la cuchara y el tenedor. Si come aparte, siempre le da otra persona, le obligan… probablemente tardará en aprender.
Manejar los cubiertos requiere cierta habilidad motriz que se logra sólo con práctica, tiempo y paciencia. Es normal que los niños pequeños manchen, derramen comida y se ensucien la ropa.
GUSTOS, CAPRICHOS Y PREFERENCIAS
La mayoría de los adultos ha tenido alguna manía en sus alimentos cuando niños. Tarde o temprano, la mayoría de las personas comen «de todo» (lo que pueden).
Está demostrado que insistir en exceso suele dar resultados contradictorios o negativos. Convertir la comida en un “problema” significa que el niño sea el centro de atención y refuerza su comportamiento negativo.
Algunos «caprichos» o manías pueden consentirse: tarde o temprano, el niño se cansará de comer todos los días lo mismo. La alimentación debe ser variada, pero si los alimentos que prefiere el niño aportan todos los nutrientes esenciales, tampoco hay que llevarlo al extremo. Para comprobarlo, basta con ver si el niño está alegre y activo y su crecimiento se mantiene.