Las rabietas infantiles se suelen producir ante la presencia de la madre, el padre o las personas que cuidan al niño. Una forma de evitarlas es mantener la calma cuando se producen, y establecer normas y límites claros. Los padres también tenemos que transmitir seguridad al niño y demostrarle nuestro cariño hablando sobre cómo se siente antes de que se produzca una pataleta.
Las rabietas infantiles se producen por una necesidad de autonomía o de independencia en los niños entre el año y los dos años. Las rabietas son un hito en los «terribles dos años». Antes de este periodo, las rabietas se manifiestan cuando alguna necesidad del bebé no está satisfecha (hambre, frío, sueño…).
Los niños de 1 a 2 años, cuando tienen una rabieta, pueden llorar, patalear, gritar o ponerse hechos una furia en los momentos menos inesperados y de forma repentina (en la cola del supermercado porque quieren que les compremos algo o delante de otras personas por cualquier circunstancia). Estas actitudes puede hacer perder los nervios a los padres.
La actitud de los padres es clave para evitar las rabietas en los niños de 1 a 2 años.
4 recursos útiles para evitar las rabietas infantiles
- Poner normas claras. No sirve decir “tienes que portarte bien”. Es muy ambiguo. Debemos especificar: «No se tiran las macetas al suelo, no se puede pegar a las personas, no se puede …»
- Fortalecer la autoestima del niño, proporcionándole amor, cariño, seguridad. Si el niño recibe mucha atención cuando está tranquilo, no necesitará recurrir a los berrinches o pataletas.
- Desviar la atención del niño. Por ejemplo, cuando el niño se calma podemos iniciar un juego y esperar que el niño lo continúe.
- Hablar de los sentimientos antes de que se lleguen a descontrolar. La tristeza y la rabia conducen a menudo a rabietas. Algunas circunstancias, como la llegada de un hermano pueden hacer que el niño se sienta desplazado. En este caso tu hijo necesita atención.
Lo que NO se debe hacer ante las rabietas de los niños
En cambio, determinadas actitudes por parte de los padres no sólo no ayudarán a calmar la rabieta del niño, sino que , de manera indirecta, le volverán más vulnerable a sus propios arrebatos de ira. Es natural inquietarse o alterarse ante la rabieta de un niño, más aún si se trata de nuestro hijo. Sin embargo, estas son las reacciones que, ante todo, debemos evitar:
- Darle un cachete. En general solo ayudará a que empeore la rabieta. (Indica que el niño ha perdido el control y sus padres también).
- Gritarle. Serán dos personas gritando a dúo, sin escucharse. Subirán el tono.
- Ceder al capricho, “para que no monte el numerito”. Esto equivale a premiar al niño por el berrinche. Y por tanto aprenderá que, la próxima vez, solo tiene que llorar un poquito más. Y volverá a intentarlo.
- Ceder por las presiones de la pareja, los abuelos o las personas que estén presentes. Es una situación incómoda, pero somos los padres los que debemos manejarlas ahora y en el futuro.