La mayoría de los niños se siente decepcionado cuando ve al bebé por primera vez: no sabe hacer nada, ni tampoco podrá ser su compañero de juegos de inmediato. Además, cuando llega el bebé a casa, algunos niños se sienten desplazados. Evita que empiece la guardería o el colegio en este momento. Y no te estrañes si algunos niños vuelven a pasar por etapas que ya habían superado, como el control de esfínteres.
La primera reacción natural es de curiosidad: ver cómo es ese bebé que tanto hemos esperado. La segunda es de desencanto: “Es muy feo, no habla, solo llora, no me mira, no sabe hacer nada…”
El anhelo de independencia que caracteriza al niño de esta edad suele desaparecer por completo ante la llegada del bebé. El niño empieza a comportarse como cuando él era un bebé y se enfada si tiene que esperar su turno para recibir atención. Incluso si ya controla sus esfínteres o está empezando a usar el orinal puede dejar de hacerlo para que le pongan los pañales igual que al bebé.
Es importante que el niño ya duerma en su propia habitación antes de la llegada del bebé. Si se le saca de la habitación de los padres con la llegada del nuevo hijo, el niño se sentirá rechazado y aumentarán los celos hacia su hermano.
Por eso tampoco conviene que el niño empiece a ir a la escuela o guardería justo en ese momento o se sentirá “expulsado del paraíso”. Algunos niños plantean conflictos y no quieren ir al la escuela porque el pequeño disfrutará de su madre en exclusiva.
Cuando las visitas comentan, preguntan, o hacen comentarios o comparaciones, conviene que los padres digan lo orgullosos que se sienten de su hijo mayor además de la alegría por el nuevo bebé.
Sí conviene que, cada vez que el pequeño necesite atención, se le explique al mayor que hacían lo mismo cuando el bebé era él. “Sí, a ti también te ponía así para eructar” “Claro, tu también llorabas por la noche, te cogíamos, te cantábamos…” “Me acuerdo cuando tu también te hacías pipí muchas veces, ahora ya eres grande y vas solo al water”, etc.
Demuestren a su hijo mayor que también es importante. Abrácenlo a menudo. Dediquen un rato exclusivo para jugar o charlar con él. Pídanle colaboración en pequeñas tareas de la casa, incluidas aquellas relacionadas con el nuevo bebé. No olviden darle las gracias por ello.
Hágale partícipe de las nuevas adquisiciones del bebé: ya sonríe, ya sostiene el sonajero, ya te mira, ya se tiene sentado… para que el niño mayorcito vea que ya queda menos para poder jugar con su hermanito.
Hay niños que desde el primer día aceptan al nuevo hermano con amor, lo cuidan y protegen dando muestras de gran ternura y sensibilidad.