En el año 2000 encontraron los restos arqueolíticos de la niña de Dikika. Este Australopitecus afarensis vivió hace 3,3 millones de años y sus huesos, encontrados en Etiopía, permitieron conocer más datos acerca de su especie como su comportamiento, locomoción o anatomía.
Su descubridor, el científico Zeresenay Alemseged constata que el cuidado de sus padres sobre este bebé ejerció una importante influencia en su desarrollo, muy similar al de los humanos. La niña de Dikika fue encontrada en el año 2000 en una región cercana a Addis Abeba, Etiopía.
Su esqueleto pertenece a un cuerpo de 3 años de edad y su descubridor la bautizó como Selam, que significa paz en etíope. Es uno de los cuerpos de bebé más completos que se conserva y su cráneo y parte superior de las extremidades aportan información reveladora sobre la evolución de su especie, que lo relacionan con el orígen de la evolución humana.
Gracias a estas piezas se sabe que era bípeda -característica humana- y que sus omoplatos eran parecidos al de los simios. Su descubridor, Zeresenay Alemseged considera que Selam era más humana que el resto de los homínidos.
Hasta ahora no se sabía nada de su comportamiento, pero los nuevos datos apuntan a que el papel de sus progenitores era muy parecido al rol que desempeñan hoy los padres, y posiblemente, este bebé haya recibido de ellos muchos cuidados y atenciones (como mimos y caricias).