Las vacaciones de verano son una buena oportunidad para que los padres pasen tiempo con sus hijos. Muchas veces, el trabajo no deja tiempo para estar con los niños todo lo que se quisiera. Así, en vacaciones se puede aprovechar para realizar más actividades en familia o, simplemente, jugar con los hijos. Lo esencial es disfrutar todos juntos de ese tiempo que se comparte.
Vivimos en una sociedad marcada por el reloj, los adultos sufrimos el estrés de los horarios y la premura de aprovechar el tiempo.
De forma inconsciente, esa sensación la transmitimos a los niños, quienes por edad y condición, no deberían tener una percepción del tiempo cargada de ansiedad.
No obstante, los padres pueden buscar un hueco para compartir momentos gratificantes con sus hijos.
La necesidad de sobrevivir en una sociedad cada vez más competitiva obsesiona a muchos padres, que pretenden ocupar el tiempo de sus hijos y dirigir su actividad diaria hacia algo “productivo”. Pero no es menos importante que el niño sea capaz de manejar el tiempo libre y el aburrimiento.
El verano de los niños es un periodo largo y ofrece una excelente oportunidad para disfrutar, aprender, descubrir… Y esto puede abordarse de muchas maneras, también desde el hogar.
Los padres tienen poca costumbre de pasar horas con sus hijos y a veces esta idea asusta. Los niños tienen una energía desbordante y los padres están necesitados de descanso y libertad. Reconocer esta realidad ya es un primer paso.
La cuestión de ocupar el tiempo de los niños en verano puede tener muchas lecturas. La primera es consecuencia de no poder ocuparse de ellos. Pero ¿no temen muchos padres tener que hacerse cargo de sus hijos durante horas y días, más que dedicar ese tiempo al trabajo? Esto es una realidad en muchos casos y no por ello hay que sentirse culpable. Simplemente la vida diaria no permite que padres e hijos estén habituados a compartir periodos largos de tiempo juntos.
La clave para evitar este temor está en disfrutar y divertirse con los hijos. En el tiempo que estéis junto a vuestros hijos, podéis jugar a lo que os propongan, o quizás enseñarles un juego que os encantaba cuando erais niños. Compartir la lectura de un libro, una historia, un cuento inventado, o anécdotas de vuestra infancia divertidas. Es importante que conozcan que una vez fuisteis niños como ellos y que ser adulto no es incompatible con compartir sus juegos y diversiones.