Cada bebé tiene su propio ritmo de desarrollo y maduración. Por ello, las descripciones de lo que debe ser capaz de hacer el bebé en función de su edad son orientativas. Nunca deben entenderse como una guía inflexible. Hay que tener en cuenta diversos aspectos que influyen en el ritmo de maduración del bebé y que no suponen ninguna alteración del desarrollo.
Existen muchos niños que maduran más lentamente que el resto.
Por tanto, si su bebé no encaja bien dentro del esquema descrito para cada edad, antes de pensar que tiene alguna alteración en su desarrollo, debe tener en cuenta que:
- El orden o secuencia en que se produce el desarrollo y la maduración dentro de cada una de las áreas es bastante constante y lógico. Por ejemplo: no se puede empezar a andar sin haber aprendido antes a ponerse de pie.
- Las distintas áreas pueden irse desarrollando a ritmos distintos. Por ejemplo: algunos niños tardan mucho en andar, pero aprenden a hablar muy pronto. O sea, que un niño puede estar «adelantado» en un aspecto y «retrasado » en otro.
- Por lo general, no se producen «saltos», es decir, no se omite una fase. Pero puede ocurrir que haya un cambio rápido y no se perciba esa fase. Por ejemplo: muchos niños que utilizan el «taca-taca» o andador, no gatean nunca.
- A veces parece que el desarrollo se produce «de golpe», o sea, que después de unas semanas en que el bebé parece que no aprende nada nuevo, nos sorprende con un avance rápido.
- Los bebés nacidos prematuramente, los de bajo peso o los que hayan tenido dificultades, los primeros días de vida pueden madurar a distinto ritmo.