Para maximizar el grado de eficacia de las vacunas, éstas deben administrarse en el momento adecuado, cuando el cuerpo está preparado para asimilarlas de la mejor manera y generar los anticuerpos necesarios. Así, existen situaciones especiales que hacen que se contraindique la administración de una vacuna en ese momento debido, por ejemplo, a que la interacción de ésta con un medicamento la haría menos eficaz.
Las vacunas significan un gran avance. Sirven para protegernos de enfermedades no sólo durante la infancia, sino también en edades posteriores.
Para que sean eficaces deben ponerse cuando el cuerpo esté en buenas condiciones para responder fabricando anticuerpos.
Por eso, en ciertas circunstancias, es mejor no poner las vacunas, y esperar al mejor momento.
No conviene vacunar a los bebés o niños si:
- Tienen fiebre. Mientras que padecen una enfermedad, es mejor dejarles que la superen. Su sistema inmunitario está ocupado produciendo anticuerpos.
- Tienen una enfermedad del sistema nervioso por ejemplo, encefalitis.
- Han tenido hace poco convulsiones, causadas o no por la fiebre.
- Tienen una inmunodeficiencia porque tienen dificultad para fabricar anticuerpos. Los niños con SIDA pueden ser vacunados pero de forma algo especial.
- Están tomando corticoides por alguna enfermedad (asma, artritis reumática, …) en otro proceso.
- Están siguiendo un tratamiento con inmunosupresores (son fármacos que bajan las defensas del cuerpo, por lo general para ayudar en enfermedades como la leucemia o el cáncer).
- Tienen alergia demostrada a alguno de los componentes de las vacunas, como el huevo, neomicina (un antibiótico) o los conservantes de las vacunas.
Hay situaciones en las que basta esperar un poco
Cuando al bebé le han puesto tratamiento con inmunoglobulinas. Al ser éstas anticuerpos, inactivan la vacuna.
Conviene esperar 3 ó 4 meses.
No conviene dejar de vacunar al bebé
- Por un simple resfriado.
- Por estar tomando medicamentos.
- Si padece alguna enfermedad crónica pero está bien controlada. Por ejemplo, aunque tenga asma, insuficiencia renal, una cardiopatía congénita, etc… siempre que el niño esté haciendo su vida habitual.