La invaginación intestinal en los bebés es un proceso inflamatorio. Puede estar causada por una infección o por reacción a algún alimento. Sus síntomas son dolor abdominal, vómitos y sangre en las heces. Ante estos síntomas, hay que acudir al Servicio de Urgencias. Normalmente se resuelve administrando al bebé un enema. A veces puede necesitar una intervención quirúrgica sencilla. No suele tener complicaciones.
La invaginación intestinal es un trastorno que consiste en que una porción del intestino se introduce dentro de otra (como un dedo de guante dado la vuelta sobre sí mismo).
Al quedar aprisionado, se altera su movilidad y quedan comprimidos los nervios y las arterias que nutren la pared del intestino.
No siempre se llega a saber la causa de este proceso. En el fondo se trata de un proceso inflamatorio, localizado en una zona del intestino, que es la que es arrastrada hacia dentro del resto del tubo.
La inflamación puede ser desencadenada por alguna infección leve o por reacción a algún alimento (alérgica o no).
El primer síntoma es el dolor abdominal. El bebé llora y se encoge bruscamente.
Luego se relaja. Unos minutos después, se le contrae el intestino y vuelve a sentir dolor. Como es un dolor bastante fuerte, se puede quedar pálido.
La siguiente manifestación suelen ser los vómitos.
La tercera, la más tardía, consiste en que el bebé expulsa heces con un poquito de sangre.
El bebé no suele tener fiebre (quizá unas décimas) ni diarrea franca.
Ante este cuadro, acudan a un Servicio de urgencias pediátrico.
El médico puede confirmarlo mediante 3 exploraciones:
- Palpándole el abdomen y el interior del recto.
- Por ecografía
- Mediante una radiografía con contraste de bario introducido por el ano.
La gran mayoría de las veces este problema se resuelve administrando al bebé un enema, que “desenchufe” la porción de intestino.
Otras veces es necesario recurrir a una operación quirúrgica bastante sencilla.
Es excepcional que haya complicaciones.