En España, antes de que la Constitución declarara la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, éstas tenían que decidir si formarse para desempeñar una profesión o ser madres y amas de su casa. Las ayudas estatales a la maternidad, que han aumentado notablemente en los últimos años, tienen como objetivo apoyar a las mujeres que se propongan conciliar ambos aspectos de su vida.
Hace más de cuarenta años un porcentaje alto de mujeres renunciaba a su carrera profesional por tener un hijo y cuidar de su familia. No ocurría lo mismo con los hombres, ya que no tenían necesidad de elegir entre su trabajo o su familia para ejercer la paternidad. Esta tendencia empezó a cambiar a partir de 1978. En aquel año se reconoció expresamente el derecho a la igualdad entre hombres y mujeres en los artículos 14 y 9.2 de la Constitución Española.
Desde entonces, se equiparó a los hombres y a las mujeres de los mismos derechos y la incorporación de la mujer al trabajo se hizo una realidad. Este cambio de mentalidad propició la aparición de otros problemas como el retraso de la maternidad (la media de edad para tener un hijo se sitúa alrededor de los 30 años), el descenso de la población (la media de hijos por familia no alcanza a dos) y la conciliación de la vida profesional y familiar.
En los últimos años, se han ido aplicando una serie de medidas que garantizan la igualdad entre hombres y mujeres, que protegen cada vez más el derecho a la maternidad. Entre ellas, ayudas económicas para el cuidado de los hijos o la ampliación de los permisos por maternidad y por paternidad.
Conciliar la vida laboral y familiar ya no es imposible, pero… ¿Acaso es tan fácil como debería? ¿Crees que las mujeres están realmente en igualdad de condiciones respecto de los hombres a la hora de conciliar el trabajo y el cuidado de los niños? Quizá, y aunque sea cierto que se ha avanzado mucho desde 1978, haya que seguir luchando por defender el derecho de las mujeres a ser independientes y autónomas sin renunciar, por ello, a ser las mejores madres.