Los niños de 1 a 2 años cuentan con varios recursos para desarrollar su inteligencia: la imitación, el ensayo-error, la repetición… Cualquier actividad con sus padres, como un juego o la lectura de un cuento, se convierte en una oportunidad para aprender. En cambio, si tu hijo no muestra interés por las personas, podría indicar un retraso en su desarrollo cognitivo.
Para tu hijo de entre 1 y 2 años cualquier actividad, sea un juego, una conversación o una tarea, se convierte en una oportunidad para aprender y desarrollar su inteligencia.
Los niños de 1-2 años cuentan con diferentes recursos para aprender. La imitación, el ensayo, la repetición y hacer preguntas son algunos de ellos. Pero, ¿qué significan realmente estos puntos?
- El niño aprende por imitación
Durante el segundo año de vida, el niño recopila continuamente información sobre el funcionamiento de las cosas.
Cada cosa que ve hacer a otra persona es para él un nuevo aprendizaje y aprovecha la información recibida para decidir o solucionar cada uno de sus retos.
El niño coge un cepillo y se lo pasa por el pelo o levanta el auricular del teléfono y se lo pone en la oreja.
- El niño desarrolla su inteligencia por ensayo y error
A medida que madura, el niño va incluyendo variaciones en lo aprendido. Así el niño a partir del año y medio, empieza a incluir en sus imitaciones a un tercero: el ensayo-error. Si algo no le sale, lo vuelve a intentar. Así sucesivamente hasta que logra su objetivo.
- El niño refuerza lo aprendido con la repetición
Para adquirir destreza es necesario practicar. De forma que el niño disfruta repitiendo un juego, haciendo un puzzle, escuchando un mismo cuento….
- Los padres ayudan al niño al responder a sus preguntas
El niño de año y medio pregunta a menudo: ¿Eso qué es? ¿Por qué?
Los padres y otros adultos pueden contribuir al desarrollo de su inteligencia respondiendo a las preguntas, mostrando cómo funcionan las cosas y prestándole atención.
¿Cuándo deben preocuparse los padres? Señales de alerta
Existen unas señales de alerta que indican que el niño puede sufrir algún tipo de retraso en su desarrollo cognitivo. En este caso, los padres deben solicitar que un pediatra o psicólogo infantil valore a su hijo si observan algunos de los siguientes hechos:
- El niño no pregunta.
- Está ensimismado y repite un juego de forma reiterada, sin cambiar a otro.
- Fracasa en todo lo que intenta o no inicia actividades.
- No hace «juegos de imitación»: peinar, acunar un muñeco, hacer comiditas…
- No muestra interés por las personas. No las mira, no imita, no pregunta…