Hablamos con Alejandra Vallejo-Nágera, reconocida psicóloga, para que nos proporcione algunos consejos sobre cómo evitar el sentimiento de culpa al que nos enfrentamos muchas madres trabajadoras. Y a ti, ¿también te pasa?
Alejandra Vallejo-Nágera (Madrid, 1958) es una reconocida psicóloga, escritora y divulgadora científica. Gracias a su trabajo y a su implicación en temas relacionados con la maternidad e infancia, ha conseguido que en España se implantase el teléfono del Menor, un servicio fundamental para los niños que necesitan respuestas o asesoramiento profesional, así como para denunciar abusos.
La labor profesional de Alejandra Vallejo-Nágera también está estrechamente vínculada al mundo de la escritura. Es autora de diferentes libros de cabecera para padres, como La edad del pavo, Mi hijo ya no juega, sólo ve la televisión, Más tribulaciones de una madre sufridora o Hijos de padres separados…, entre otros muchos.
Además de una excelente profesional, Alejandra Vallejo-Nágera también es madre. Quizás, por esta razón, ha sido elegida para interpretar los resultados para España de un estudio internacional sobre la maternidad: «La Cara Cambiante de la Maternidad en Europa Occidental», realizado por The Social Issues Research Centre y promovido por P&G.
Una de las conclusiones del estudio, realizado a más de 9.500 madres, es que las madres trabajadoras nos enfrentamos al sentimiento de culpa con bastante frecuencia. En Elbebe.com hemos charlado con ella sobre el arte de conciliar vida laboral y familiar, ya que cada vez somos más las mujeres que contribuimos al sostenimiento de la economía familiar, y más en estos tiempos convulsos.
Cómo evitar sentimientos de culpa en madres trabajadoras
Para Alejandra Vallejo Nágera, en ocasiones el sentimiento de culpa puede actuar como señal de que la madre necesita hacer un cambio en su vida. Quizá no confía demasiado en la persona que la sustituye en la crianza de los hijos o puede que sus jefes no respeten la necesidad de equilibro en el desempeño laboral y maternal o es probable que no pueda contar plenamente con el apoyo del progenitor.
Cuando la madre toma conciencia de esta señal de alarma, el mero hecho de intentar introducir una mejora en su situación resulta balsámico, en cierta medida. Para estas madres, Alejandra Vallejo-Nágera propone varios trucos para ayudar a disipar los sentimientos de culpa.
1. Escribir las razones por las que la madre trabaja
Uno de los trucos más eficaces es escribir las diferentes razones por las que la madre trabaja, por ejemplo: “necesito ganar dinero para mantener a mi familia”, “me gusta trabajar”, “creo que no sería feliz permaneciendo todo el día en casa”, “me gusta relacionarme con personas ajenas a mi familia”, “deseo que mis hijos vean en mí un ejemplo de independencia y progreso profesional”, “quiero ser independiente económica e intelectualmente”, etc.
Es esencial dedicar tiempo a poner por escrito estas reflexiones ya que, al escribir, ordenamos el pensamiento, nos damos cuenta de lo que está pasando, enlentecemos los procesos mentales que pasan como ráfagas, podemos percibir con mayor conciencia la realidad y lo más importante, conseguimos lo anterior de una forma no violenta.
También, al tener por escrito estas reflexiones, podemos acudir a ellas y releerlas cada vez que la culpa asalta de nuevo y, créanme, ¡siempre lo hace!
2. Hacer una lista con las renuncias que supone el trabajo
En esta misma línea, también es interesante hacer una lista de las renuncias o de los costes emocionales que supone trabajar.
Es inútil pensar que no existen los inconvenientes, ya que todas las elecciones en la vida exigen renunciar a algo. ¿A qué? Cada madre tendrá su listado bien definido.
Una vez completado resulta interesante observar que normalmente su peso es menor que el de la secuencia de ventajas.
3. Alejarse de las personas que alimentan el sentimiento de culpa
Otra estrategia complementaria a la anterior es tomar la precaución de alejarse de aquellas personas que alimentan el sentimiento de culpa.
Me refiero a los familiares de generaciones anteriores que se empeñan en señalar machaconamente las ventajas para la estabilidad emocional de los niños cuya madre se ocupa totalmente de ellos, o incluso esa amiga que, con la mejor intención, confiesa cosas como “yo jamás dejaré que otra persona cuide y eduque a mi hijo”.
Hay que entender que estas personas simplemente ven la maternidad con una perspectiva diferente, cosa a la que por supuesto tienen derecho, pero no hay por qué dejarse arrastrar por esta perspectiva individual.
4. Pensar en los desafíos a los que se enfrentan otras madres
También ayuda pensar que todas las madres, ya trabajen o no, se enfrentan a desafíos diarios. Esto permite no sentirse sola y única en la tarea de educar y cuidar.
5. Las decisiones que tomamos hoy pueden cambiar mañana
Asimismo, es importante considerar que la vida cambia y que, por tanto, las decisiones laborales que la madre ha tomado ahora no tienen por qué suponer un compromiso de por vida.