Escucho en los telediarios que en Navidades o cualquier otra época de vacaciones es cuando más divorcios se producen, y la verdad, ¡no me choca nada! Parece que todas estamos en la oficina culpándonos por no pasar más tiempo con nuestros hijos, y tachando días del calendario para que lleguen las ansiadas fiestas. Pues bien: he de reconocer que he disfrutado como una enana. Que Sarita ha “comprendido” más o menos de qué va la historia de los Reyes Magos (que si la mezclas con Papá Noel, ya es difícil de explicar…), y creo que el desayuno con los regalos fue una de las mañanas más bonitas y emocionantes de mi vida (la “noche de autos” dormí peor yo que mi princesa de tres añitos!).
Ahora bien, la otra cara de la moneda es que los niños pasan más de tres semanas sin ir al cole, y sufren un importante grado de aburrimiento que les lleva a hacer todo tipo de maldades (los regalos sí me han servido como elemento de chantaje: “Como no te comas todo, los Reyes que todo lo ven, te van a dejar carbón”). Pero no nos engañemos: hay un momento en que de tanto repetirlo la amenaza deja de funcionar, y al niño (o al menos a la mía) le “resbala” lo del carbón.
Para que no viera tanta tele, le compré unos cuadernos de recortables, y unos colores para que dibujara. ¡Dios mío, en qué momento se me ocurrió! Había sido un día agotador y me quedé traspuesta en el sofá. Toda la casa estaba en silencio, y algo en mi interior me dio la voz de alarma: cuando abrí sigilosamente la puerta del baño pegué tal alarido que debió de resonar hasta en el portal. Sarita estaba tan contenta, subida a una banqueta y mirándose al espejo mientras se recortaba con toda concentración mechones de su preciosa melena. Primero miré con horror al lavabo: estaba cuajado de rizos!, luego a ella: parecía salida de Auschwitz!, y luego al suelo: allí estaba su hermanito aplaudiendo la hazaña con toda la cara pintarrajeada de rotulador.
Ante semejante escena dantesca no solo perdí los nervios, si no que confieso que pensé: ¡bendito colegio, y bendita oficina!!
¿Qué tal se han portado tus hijos estas vacaciones? ¿Te sientes culpable por no poder pasar más tiempo con ellos?
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