Las rabietas son acontecimientos muy desagradables tanto para los niños como para sus padres. De hecho, a muchos adultos les hacen perder el control. Sin embargo, su intensidad y frecuencia de aparición pueden reducirse… si se sabe cómo.
Las rabietas forman parte del crecimiento y del desarrollo evolutivo de todos los niños. Por ello, están presentes en todos los casos, en mayor o menor grado.
Sin embargo, la intensidad y la frecuencia de las rabietas pueden reducirse, si se sabe cómo hacerlo.
En primer lugar, para reducir la intensidad y la frecuencia de aparición de las rabietas, es importante que los padres comprendan la naturaleza de las mismas.
Las rabietas forman parte del proceso evolutivo infantil. Surgen como mecanismo de autoafirmación de los niños.
Hacia los dos años de edad, el niño comienza a percibirse a sí mismo como un ser diferenciado de su madre y tiene la necesidad de autoafirmarse. La primera estrategia que tiene para ello es la negación del otro, a través de la oposición.
Cuando esta oposición no es comprendida por los padres y éstos tratan de evitarla (obligando al niño a realizar algo a lo que se ha negado, por ejemplo) surge la rabieta.
Del mismo modo, la rabieta puede aparecer en respuesta a una negativa por parte de los padres (no dan al niño lo que desea o no le permiten hacer lo que quiere).
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¿Cómo reducir las rabietas?
Obviamente, existen situaciones en las que los padres no van a poder conceder al niño lo que desea o no van a poder permitirle realizar lo que quiere. Es en estas situaciones en las que los padres habrán de establecer un límite al comportamiento de su hijo.
Sin embargo, el establecimiento de límites debe hacerse de una manera reflexiva. Es importante que los padres decidan qué límites son estrictamente necesarios.
De esta manera, si el niño se desenvuelve en un ambiente relajado, en el que se establecen sólo los límites que son estrictamente necesarios, su necesidad de oposición para autoafirmarse y de hacer una rabieta para conseguir lo que desea será menor.
Por otra parte, es esencial que los padres respeten el derecho de su hijo a expresar oposición, a señalar lo que no le gusta o no quiere. Si se respeta la negación del niño como parte natural de la convivencia familiar, el niño podrá autoafirmarse de manera permitida, sin necesidad de tener que reaccionar en forma de rabieta.
Por otro lado, fomentar formas de autoafirmación positivas al niño es fundamental para reducir la intensidad y frecuencia de las rabietas. Si al niño se le permite, en la medida de lo posible, tomar decisiones, si se tienen en cuenta sus gustos y preferencias, si se permiten y acompañan sus emociones negativas, el niño tendrá posibilidades de autoafirmarse de una manera más positiva.