Save the Children, la primera ONG independiente de la infancia, celebra su 90 aniversario denunciando la situación en la que se encuentran los niños víctimas de los conflictos armados. Personas de distintas generaciones que siendo niños sufrieron las consecuencias de la guerra han dado su testimonio en Madrid.
Muchos de los niños que han sufrido las consecuencias de la guerra han muerto o han visto morir cruelmente a su familia, otros viven en campos de refugiados y los más afortunados, han huído de su país, obligados a vivir en el exilio. Los conflictos siguen causando el mismo sufrimiento que hace noventa años, afirma Save the Children en su noventa aniversario. Con este motivo, la ONG de la infancia ha reunido en Madrid a personas de distintas generaciones que siendo niños han vivido la guerra, de forma directa o indirecta.
Sus nombres son Herminio Martínez, un niño evacuado en la Guerra Civil, que nunca más pudo regresar a España. Sally Perel, un niño judío perseguido por los nazis, que para sobrevivir ocultó su identidad y acabó siendo internado en las Juventudes Hitlerianas y cuya historia fue contada en la película Europa Europa. Zlata Filipovic, conocida como la «Ana Frank de Bosnia», que permaneció recluída en su casa durante el tiempo que duró el conflicto de Sarajevo y Edwin Tholley, un ex niño soldado de Sierra Leona.
Niños marcados por la experiencia de la guerra
Desde 1990, el 80 por ciento de las víctimas civiles de guerras han sido mujeres y niños. Durante la última década, dos millones de niños fueron asesinados en conflictos armados, seis millones resultaron heridos y otros 20 millones se vieron obligados a abandonar sus casas. Teniendo en cuenta que la mayoría de los conflictos tienen una duración superior a diez años, esos niños viven toda su infancia con un miedo constante y sin acceso a la educación.
Según Save the Children, 39 millones de niños y niñas no van a la escuela por culpa de los conflictos armados, más de la mitad de los 75 millones de niños que no van a la escuela en el mundo. «Recuerdo estar intentando escribir una redacción cuando escuché los primeros disparos de mi vida; sonidos que ningún niño, en ningún lugar del mundo, debería escuchar jamás. Aquella fue la última redacción que hice durante casi dos años de mi vida en el conflicto de Bosnia. Mi escuela en Sarajevo fue bombardeada y cerrada, la explosión de un cohete dejó un agujero enorme en el muro de la clase de literatura. El conflicto robó nuestro derecho a la educación«, explicó Zlapa Filipovic, autora de «El diario de Zlata» sobre sus experiencias durante esa época.
Escasas ayudas para la educación de los niños
Entre 2005 y 2007, los países frágiles afectados por conflictos recibieron apenas un cuarto de la ayuda total dada a la educación básica, a pesar de albergar a más de la mitad de los niños y niñas sin escolarizar en el mundo. Estos niños son los grandes olvidados de la ayuda internacional a pesar de que la educación es un medio fundamental tanto para su protección como para contribuir a la paz y reconciliación en sus países.
La educación es el único medio capaz de romper el círculo de la pobreza y ofrecer a estos niños y niñas una oportunidad de futuro. Cada año de escolarización de los niños puede reducir el riesgo en verse involucrados en el conflicto hasta en un 20 por ciento. La educación de las niñas es una medida especialmente potente para generar prosperidad social.
La educación de una madre puede tener influencias significativas sobre la supervivencias de sus hijos e incrementar la probabilidad de que sigan recibiendo educación.» La educación es el inicio de un largo viaje para los niños afectados por conflictos armados reclamen su juventud, descubran su propia humanidad y desarrollen su contribución al mundo. Es el antídoto para la violencia de cualquier sociedad. Permite a los jóvenes utilizar sus mentes de manera positiva y constructiva y por lo tanto les permite tener capacidad transformadora, y construir o reparar los cimientos de sus sueños y esperanzas«, sentencia Zlata.