Las infecciones, posibles lesiones cerebrales o incluso algunos medicamentos pueden aumentar el riesgo de padecer problemas de oído en el bebé prematuro. Existen diferentes pruebas que permiten detectar un posible deficit auditivo en el bebé para, de ese modo, tomar las medidas necesarias.
Los bebés de menos de 1.500 gramos al nacimiento tienen mayor riesgo de padecer diversos grados de sordera.
No hay una sola causa para ello. Más bien se debe a la acción conjunta de algunos de los siguientes factores de riesgo:
- La propia inmadurez, que no permite el normal desarrollo y maduración del sistema auditivo y sus conexiones nerviosas.
- Las infecciones (meningitis) y las lesiones del cerebro (hemorragias…).
- Algunos medicamentos que pueden dañar al oído, pero que son fundamentales para resolver determinadas enfermedades.
- Las deformidades de la cara, típicas de los prematuros, que pueden facilitar que padezcan otitis.
Existen varias pruebas que permiten saber si un bebé pequeñito oye o no:
- Los potenciales evocados cerebrales tradicionales: tiene el inconveniente de que es más difícil de interpretar y por tanto menos fiable en los bebés prematuros y se deberá repetir .
- Los potenciales auditivos automatizados de tronco cerebral: se trata de una prueba sencilla, rápida y de bajo coste. Y es muy fiable.
- Las otoemisiones acústicas: se trata un método más moderno y sofisticado, más caro y no siempre disponible.
En el caso de que se detecte déficit de audición de 45 dB (decibelios) el otorrinolaringólogo infantil aconsejará si el bebé necesita un audífono u otros tratamientos.
Periódicamente se deben repetir las pruebas para asegurarse de que el diagnóstico es correcto.
Más adelante, el bebé (y los padres) necesitarán apoyo especial para el aprendizaje.