Los posibles efectos secundarios de las vacunas es un tema que preocupa a muchos padres. Estos efectos adversos dependen, en buena medida, de las características personales de cada niño y varían en cuanto a frecuencia de aparición, intesidad de los síntomas y gravedad.
Como cualquier otro tratamiento médico o farmacológico, las vacunas pueden tener efectos secundarios que dependen en gran parte de la respuesta del huésped, es decir, de factores individuales, que no pueden predecirse.
Hay efectos secundarios leves de tipo local como inflamación y dolor en el punto de la inyección.
O que afectan a los bebés en general como fiebre moderada, llanto o mal humor durante un par de horas.
En menor número de casos, las complicaciones pueden ser algo más intensas como:
- Infección en el lugar de la inyección (absceso).
- Fiebre superior a 40º, con el consiguiente malestar.
- Esa fiebre significa un riesgo de que aparezcan convulsiones febriles.
En muy raras ocasiones (entre 2 y 30 casos por cada millón de dosis de vacuna) puede producirse una lesión del cerebro o encefalopatía.
Sin embargo, debemos recordar que el riesgo de que ocurra la misma lesión es mucho mayor, en caso de padecer la enfermedad.
Para valorar el riesgo relativo de complicaciones graves de las vacunas, las diferentes estadísticas nos ofrecen algunas cifras.
Por ejemplo, si hubiera un millón de enfermos, podrían morir entre 1.000 y 40.000 niños. Mientras que por cada millón de vacunas administradas, pueden morir 2 niños.
Entre 6.000 y 20.000 niños sin vacunar podrían tener lesiones cerebrales. Los niños vacunados solo corren riesgo de encefalopatía entre 2 y 30 niños.
Casi con seguridad, de los niños sin vacunar entre 6.000 y 80.000 niños tendrían convulsiones. De los niños vacunados, algunos también podrían tener convulsiones, pero solo entre 3 y 900.