Ruben Barakat Carballo, Universidad Politécnica de Madrid (UPM)
La pandemia de covid-19, inesperadamente extendida en el tiempo, ha puesto de manifiesto un problema de salud pública tradicionalmente desatendido: las complicaciones psíquicas y emocionales durante el embarazo.
Una realidad con creciente incidencia en la población gestante cuya solución no parece sencilla.
El cuidado de la salud mental y emocional de la mujer embarazada requiere una urgente atención.
Entre otras cosas, es necesario implementar nuevas estrategias que, sin poner en riesgo la salud de madre y bebé, actúen como factor preventivo de elevados niveles de estrés, ansiedad, depresión, etc. Y ahí es donde entra en juego el ejercicio físico.
El embarazo, un proceso único y determinante
El embarazo (y el parto que le pone fin) es el único proceso vital que implica la modificación de todos los sistemas corporales de la mujer. Desde el punto de vista biológico, el mayor desafío para la mujer gestante es el adecuado funcionamiento de todo su organismo, con el fin de asegurar el crecimiento y desarrollo del feto en el interior del útero materno.
Este proceso no está exento de complicaciones y patologías de diversa índole. Y eso incluye alteraciones de carácter psíquico y emocional que, según la literatura científica, suponen importantes riesgos para la salud materna, fetal y del recién nacido, tanto durante como después del embarazo. Entre otras cosas porque altera la microestructura cerebral y provoca cambios en el desarrollo cerebral en los primeros meses y puede traer consigo futuros problemas emocionales y de comportamiento.
El impacto de la pandemia
Lamentablemente, el impacto del covid-19 ha provocado una crisis global sin precedentes. Las necesarias medidas tomadas por las administraciones han ocasionado y generarán en un futuro cercano una gran cantidad de complicaciones y patologías difícilmente previsibles, especialmente en lo referido a factores como la disminuida movilidad, imposibilidad de agrupamientos y reuniones sociales o dificultad de interacciones de todo tipo.
En este sentido, la población gestante se encuentra, por la propia naturaleza del proceso de embarazo y parto, entre los grupos poblacionales de mayor riesgo frente a la covid-19. Pensando en el futuro inmediato, urge diseñar y desarrollar una adecuada y eficaz estrategia de carácter preventivo.
El ejercicio físico supervisado parece un eficaz factor preventivo
¿Cuál es la mejor alternativa? En los últimos 20 años el ejercicio físico durante el embarazo ha demostrado ser un eficaz elemento de cuidado y mejora de la salud integral de la mujer gestante. No solo porque previene la diabetes gestacional y la ganancia excesiva de peso. Además, reduce los problemas de hipertensión, incontinencia urinaria y dolor lumbar, así como los problemas de ansiedad y depresión prenatal. Y todo sin poner en riesgo en ningún momento el bienestar materno-fetal.
Al feto tampoco le es indiferente que su madre se ejercite o lleve una vida sedentaria. Los efectos positivos del ejercicio moderado durante el embarazo en el crecimiento y desarrollo fetal, así como en las primeras fases del desarrollo del bebé, están más que demostrados. Entre otras cosas, se ha visto que el sedentarismo materno aumenta en 2,5 veces el riesgo de que el bebé nazca con una macrosomía (peso elevado). Aunque lo más llamativo es que el ejercicio de la gestante reduce el riesgo de que su hijo, al crecer, desarrolle diabetes o cualquier otro tipo de enfermedad metabólica.
Para ahondar la eficacia del ejercicio físico durante todo el embarazo a la hora de prevenir alteraciones psíquicas y emocionales, el Grupo de Investigación de Actividad Físico-deportiva en Poblaciones Específicas de la Universidad Politécnica de Madrid (AFIPE-UPM) tiene entre manos un proyecto ambicioso. Se realizará en colaboración con 5 Hospitales Universitarios de Madrid (Severo Ochoa de Leganés, Puerta de Hierro de Majadahonda y de Torrejón) y Barcelona (Vall d´Hebrón y Clínic), con un equipo de trabajo de carácter multidisciplinar compuesto por profesionales de las Ciencias de la Actividad Física y del Deporte y expertos del ámbito de la Ginecología y Obstetricia y la Psicología.
Si se confirma que la ansiedad, la depresión y otros problemas emocionales asociados a la gestación se reducen practicando ejercicio físico habrá que hacer énfasis en que los médicos de atención primaria y los ginecólogos lo recomienden activamente a sus pacientes embarazadas, incluyéndolo entre las pautas obstétricas protocolarias que recibe una mujer gestante sana.
Ruben Barakat Carballo, Catedrático de Educación Física y Deportiva., Universidad Politécnica de Madrid (UPM)
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
Imagen de Shutterstock / YanLev