Los bebés y niños empiezan cada vez antes a tener juguetes. Estos deben cumplir unos requisitos que garanticen la seguridad del niño, que no debería estar expuesto a ningún peligro mientras está distraído jugando. Los fabricantes de juguetes tienen que adaptarse a una normativa que regula como deben ser los materiales y las propiedades de los juguetes según la edad par ala que están pensados.
La composición (piezas, bordes, salientes …) y las propiedades (físicas, químicas, eléctricas …) de los juguetes tienen que garantizar la seguridad del bebé o niño.
Es importante que las cajas, embalajes o envoltorios en las que se presenten los juguetes no supongan un peligro para el menor.
No obstante, es conveniente retirarlas para evitar cualquier peligro de asfixia.
Los juguetes deben reunir una serie de propiedades para evitar que el bebé o niño se haga daño al manipularlos.
- Las propiedades físicas de los juguetes: materiales resistentes y estables
- Las propiedades de inflamabilidad de los juguetes: materiales seguros
- Las propiedades eléctricas y radiactivas de juguetes eléctricos: control de la energía
- Las propiedades higiénicas de los juguetes: materiales fáciles de limpiar
Materiales resistentes y estables
Las características físicas que debe reunir un juguete para ser un objeto seguro son:
1. Resistencia: Si un niño golpea un juguete contra el suelo, éste no debe romperse fácilmente. Los materiales deben ser lo suficientemente sólidos como para soportar tensiones sin roturas.
2. Protección: Los juguetes que contengan bordes o salientes deben estar protegidos y perfectamente aislados, de forma que al manipularlos no se produzcan arañazos, cortes o heridas.
3. El tamaño: Los bebés, con frecuencia, se llevan los objetos a la boca. Si las piezas son muy pequeñas para su grupo de edad podrían producir un atragantamiento o asfixia. La normativa actual establece que los juguetes destinados a niños menores de tres años no deben contener piezas excesivamente pequeñas como bolitas, cuentas, botones…
4. La estabilidad: Los juguetes que se utilizan normalmente para jugar en el agua tienen que garantizar la estabilidad del bebé o niño sobre esta superficie y en todo caso, minimizar el riesgo de hundimiento. Por ejemplo, los manguitos o flotadores.
5. El espacio: Los juguetes que constituyan un espacio cerrado y que se pueda entrar en ellos (por ejemplo, las casitas de tamaño reducido) deben facilitar la salida de todos los ocupantes desde el interior.
6. La energía: Los juguetes que se desplazan o que ponen en movimiento otro objeto (un arco al lanzar una flecha, una pistola, dardos …) deben tener la energía adecuada para no producir ningún daño, sobre todo, en caso de que el objeto impacte contra una superficie y rebote en el bebé o niño. Asimismo, la punta de estos objetos debe ser de materiales elásticos y su extremo no debe ser afilado. Igual ocurre con los juguetes que por su funcionamiento desprenden calor. Éstos no deben alcanzar temperaturas que puedan producir quemaduras o heridas.
Materiales que no se quemen con facilidad
La inflamabilidad es la facilidad que presenta un cuerpo (gas, líquido o sólido) para encenderse y propagarse a través de sus llamas.
Los juguetes cuyos materiales sean inflamables deben llevar una etiqueta o marcado que advierta sobre su peligrosidad.
La actual normativa establece que los juguetes deben estar compuestos de materiales que:
- No se quemen y ardan con facilidad al estar expuestos a una fuente de calor, por ejemplo una llama o una chispa.
- Si arden, que lo hagan lentamente y que la llama no se propague al resto de elementos del juguete.
- No contengan elementos o sustancias que puedan explotar.
Los juguetes deben estar fabricados con materiales inocuos para la salud del bebé o niño. De forma que si los menores los manipulan y estos objetos entran en contacto con su piel, mucosas u ojos, no les perjudiquen o intoxiquen.
Los juguetes no deben exceder determinadas cantidades de estas sustancias: antimonio (o,2 ug), arsénico (0,1ug), bario (25,0 ug), cadmio (0,6 ug), cromo (0,3 ug), plomo (0,7 ug), mercurio (0,5 ug) y selenio (5 ug).
Los juguetes que necesiten pilas para su funcionamiento deben contenerlas en un espacio cerrado y de difícil apertura para el bebé o niño. Además, las pilas deben indicar, en un lugar visible, su tensión nominal.
Las propiedades eléctricas: Los juguetes eléctricos no pueden exceder los 24 voltios y los cables deben estar aislados para evitar posibles quemaduras o electrocuciones en el bebé o niño.
Las propiedades radiactivas: Los juguetes no pueden contener sustancias radiactivas.
Los materiales de los juguetes deben poder facilitar su limpieza para evitar la acumulación de bacterias o gérmenes que puedan causar alguna enfermedad.