Entre el cuarto y el séptimo mes, el interés del bebé por explorar su entorno aumenta notablemente. Su nivel de empatía es mayor y también el tiempo que pasa despierto, durante el cual prefiere la compañía de personas a la de objetos o juguetes.
El bebé de esta edad es capaz de expresar ciertas emociones a través de sonidos o gestos que nunca antes había hecho. Entre los 4 y los 7 meses de vida se producen muchos cambios en el cuerpo y el ritmo del bebé.
Cuando el bebé empieza a estar sentado, su mundo visual se amplía (¡desde la cuna solo se ve el techo!). Puede mover mejor la cabeza y abarca un ángulo visual más completo. Poco después, él mismo se sienta y puede girar parte del cuerpo.
En esta etapa, el bebé pasa más tiempo despierto (antes estaba la mayor parte del tiempo dormido o tumbado en su cuna) y se vuelve más activo.
El interés creciente del bebé de 4 a 7 meses por el entorno se produce por una combinación de factores:
- Cambios en la postura del bebé lo que le proporciona un campo visual más amplio.
- Nuevos movimientos ya que usa las manos, se gira, se sienta…
- Mayor tiempo de vigilia porque los ciclos de vigilia y sueño se van regulando.
El bebé de 4 a 7 meses prefiere a las personas frente a los objetos
Los bebés poseen una disposición innata para las relaciones sociales. Ya desde su nacimiento, están «programados» para relacionarse con personas.
Lo demuestran las investigaciones sobre los sentidos del bebé: los bebés de pocos días tienen predilección por mirar rostros humanos.
Su primera sonrisa se dirige a «alguien».
Ahora, con 4-6 meses, el bebé prefiere la compañía de las personas que la de objetos o juguetes.
Llora si se encuentra solo y es capaz de «conectar» con los sentimientos de los otros: llora si se le habla con tono brusco o con el rostro serio y sonríe cuando el interlocutor habla con tono agudo y musical.
El bebé de 4 a 7 meses y sus emociones
Entre los 4 y los 7 meses, el bebé aprende a expresar sus sentimientos. Se muestra en general sonriente y alegre.
A partir de los 5 meses, sonríe y grita para expresar su alegría cuando ve a un adulto que le habla o le sonríe. Además, ríe con anticipación ante un posible juego o carantoña.
El bebé empieza a utilizar sonidos distintos del llanto para llamar la atención de sus padres.
Llora o sonríe para obtener el cariño de las personas que le cuidan o para expresar emociones, como satisfacción, alegría, desagrado o temor.
Cuando se aburre porque está solo o cansado, intenta llamar la atención de las personas que le rodean, gritando, llorando o tirando los juguetes u objetos que tiene a mano.
También llora para mostrar su desagrado o temor cuando se le acercan personas desconocidas, cuando la comida no le gusta o cuando se aburre y quiere llamar la atención.
Cumplidos los 7 meses, algunos bebés pueden demostrar timidez.
A partir de los 6 meses, el bebé ya distingue a los miembros de su familia y demuestra su predilección por ellos. Puede que rechace las relaciones con personas desconocidas.
Entre los 4 y los 7 meses, los padres son el centro de la vida del bebé
Los padres son el centro de la vida social y afectiva del bebé de 4 a 7 meses. Durante este periodo se refuerzan los lazos afectivos entre padres e hijos.
El bebé se cansa y se aburre de los objetos enseguida, nunca de la atención y los mimos de sus padres.
Los padres actúan como intermediarios entre el mundo propio del bebé y la vida social en donde vive la familia. Paulatinamente le abren puertas a relaciones y realidades distintas.
El bebé necesita seguridad, no sólo en cuanto a seguridad física (ausencia de riesgos, evitar accidentes, cuidar la salud), sino también en el aspecto afectivo.
La seguridad afectiva permite al bebé desarrollar las bases de su autoestima.
Saberse y sentirse querido por sus padres le proporcionará una confianza en las personas, gracias a la cual, podrá establecer nuevos vínculos con amigos, maestros…
Los padres pueden conseguir que su bebé se sienta seguro de un modo muy sencillo: con el contacto diario. Los abrazos, caricias y juegos en común proporcionan placer a toda la familia.
Atenderle rápidamente cuando llora reafirma esa seguridad (atenderle no quiere decir darle todos los caprichos, sino consolarlo, escucharle).
Los padres deben adaptarse a las necesidades especiales de su bebé, y éstas dependen en gran medida de su temperamento.
Por ejemplo, en el caso de un bebé nervioso, los padres deben derrochar paciencia y tratar de distraerlo con juegos.
Un bebé callado y retraído necesitará más contacto y estímulo de los padres.
El bebé «fácil» se entretiene solo y no exige la presencia continua del adulto. Aún así, los padres deben participar activamente en sus juegos para que el niño perciba su influencia en el entorno.
Casi todos los bebés se adaptan mal a los cambios, por lo que se debe procurar introducir cualquier cambio de forma paulatina.
Si observa que el bebé no demuestra ningún interés por los juegos o las personas, consulte a su pediatra.
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