Es la expulsión por la boca de aire que estaba contenido en el estómago. La distensión excesiva del estómago producida por el alimento junto con aire puede resultar molesta para el bebé.
Casi todos los bebés tragan cierta cantidad de aire al mamar. No es cierto que por mamar mucho rato seguido se trague más aire.
Se traga más aire con los biberones que con el pecho. Los bebés tragan también aire cuando lloran, cuando chupan el chupete o cuando se les da infusiones.
Conviene ayudar al bebé a expulsar ese aire después de las tomas. La mejor postura para lograrlo es sosteniéndolo en posición vertical, con la cabeza alta, sobre el hombro. Otros bebés eructan estando sentados o boca abajo.
Es normal que al eructar salga un poco de leche, que a menudo ya está cortada.
Es la expulsión de gas procedente de la digestión, o sea, del intestino, a través del ano. Puede acompañar o no a la emisión de heces.
Tiene que ver con la fermentación y la digestión de la leche. Los bebés tienen dificultad para digerir el exceso de lactosa, que produce más gases.
La leche materna tiene menos cantidad de lactosa que la leche artificial para bebés. Sin embargo, si un bebé toma mucha leche materna «de inicio» (por ejemplo, si se le cambia a menudo de pecho, o si se limita el tiempo que mama en cada uno), tomará más lactosa y posiblemente tendrá más gases en el intestino.
Cuando el bebé ventosea, suele ponerse rojo, como si fuera a defecar. A menudo llora porque siente las contracciones de su intestino que intenta expulsar esos gases.
Todos sabemos qué se siente cuando pasan gases por el intestino, pero el bebé nunca lo ha sentido antes, por eso suele llorar.
Más información en cólicos del lactante y en hipo, eructos y regurgitaciones.