Diversos estudios muestran que los niños con padres implicados en su crianza y su educación logran mejores resultados en la escuela y en sus relaciones sociales, con una gran diferencia con respecto a los niños que crecen con un padre distante o ausente.
Existen muchos estudios sobre la maternidad y la influencia de la madre en el desarrollo de su hijo. Sin embargo al papel del padre en la vida de su hijo se ha investigado menos.
Distintos estudios revelan que el padre ejerce en la vida del niño un papel central en su desarrollo cognitivo, social y emocional.
A largo plazo, tienen menos problemas con la justicia, menos problemas psicológicos y pueden tener menor tendenia a la obesidad.
Pero no vale cualquier padre. Ha de tratarse de un padre presente, involucrado en la crianza y en la educación de su hijo de forma activa y positiva.
Está demostrado que los niños cuyos padres se implican en el día a día de sus hijos logran un mejor desempeño escolar, tienen menos problemas de comportamiento y adquieren mayores habilidades lingüísticas.
Según un estudio de la Universidad de Illinois, los niños con padres que se interesan por cómo les ha ido en el colegio, por lo qué han aprendido, por sus actividades y por sus relaciones sociales en el día a día, logran mejores resultados escolares que los niños cuyos padres no lo hacen.
El factor relevante es el grado de implicación del padre y no dónde vive con respecto al niño.
No tiene por qué tratarse únicamente del padre biológico. Los resultados son similares si el padre es adoptivo o el niño convive con una figura masculina.
Incluso si los padres están divorciados y el padre no convive de forma permanente con su hijo, puede ejercer una influencia positiva en el desarrollo de su hijo si se implica de forma activa en su vida.
De acuerdo con otro estudio realizado con escolares ingleses por la Universidad de Oxford en Reino Unido, existe efectivamente un vínculo directo entre el grado de implicación del padre y el éxito académico de sus hijos.
Un padre implicado, por ejemplo, le lee cuentos a su hijo, le lleva de excursión, se interesa en su educación, se implica de la misma forma que la madre en el manejo de su hijo.
La relación entre padre e hijo, en la que el padre se muestra positivo y le ofrece su apoyo, es muy importante para el desarrollo del niño en todas las etapas de su crecimiento.
Este tipo de relación no tiene nada que ver con una actitud sobreprotectora e intrusiva en la que el padre impide a su hijo tomar sus propias decisiones.
El riesgo de abandono escolar o de iniciarse en prácticas de riego como el consumo de alcohol o drogas, incluso de vivir en la pobreza, es mayor en los niños que crecen con un padre ausente o que no se implica en su vida.