El juego es la actividad más importante en la vida del niño. Jugando descubre el mundo que le rodea y su funcionamiento. Desarrolla su inteligencia y sus habilidades motrices. Se relaciona con las demás personas. Aprende las reglas de las relaciones humanas. Desarrolla vínculos afectivos. Se relaja, disfruta, goza, ríe,…
Es deseable que de vez en cuando el niño sea capaz de entretenerse por sí solo. Cuando juega solo, el niño experimenta y aprende. Se concentra en un objeto o actividad, hasta que lo domina.
En algunos momentos parece que no hubiera nada más a su alrededor. En estos momentos no conviene interrumpirle (ni siquiera para “ayudarle”). En su segundo año de vida suele demostrar interés por los juegos que es capaz de asimilar y rechaza los que son demasiado avanzados para su nivel de desarrollo.
Puede que también deje de mostrar interés por los juguetes que le gustaban durante los meses anteriores. También empieza a implicar en sus juegos a sus padres, a sus hermanos o a sus cuidadores.
Pero en esos juegos él es siempre quien manda e impone las reglas. Tan pronto entrega uno de sus juguetes a otra persona para que juegue con él, como se lo quita o rechaza otro juguete, porque en ese momento quiere jugar solo.
Su juego preferido consiste en imitar lo que ve. Experimenta con los objetos que usan los adultos, como interruptores, llaves, cazuelas, picaportes, puertas, etc.